martes, 24 de mayo de 2022

Cada vez que había una muerte en la familia, alguien tenía que salir a las colmenas



Hubo un tiempo en el que casi todas las familias rurales británicas que mantenían abejas seguían una extraña tradición.
Cada vez que había una muerte en la familia, alguien tenía que salir a las colmenas y contarles a las abejas la terrible pérdida que había ocurrido a la familia.
De no hacerlo a menudo resultaba en nuevas pérdidas, como las abejas dejando la colmena, o no produciendo suficiente miel o incluso muriendo.
Tradicionalmente, las abejas se mantuvieron al tanto no sólo de las muertes, sino de todos los asuntos familiares importantes, incluyendo nacimientos, matrimonios y largas ausencias debido a los viajes. Si no se les dijo a las abejas, se pensaba que ocurriría todo tipo de calamidades. Esta costumbre peculiar se conoce como "decir a las abejas".
La práctica de decirles a las abejas puede tener su origen en la mitología celta que sostuvo que las abejas eran el vínculo entre nuestro mundo y el mundo espiritual Así que si tenías algún mensaje que quisieras pasar a alguien que estaba muerto, todo lo que tenías que hacer era decirle a las abejas y ellas le darían el mensaje.
La forma típica de decirle a las abejas era que el jefe de familia, o "buena esposa de la casa" saliera a las colmenas, golpeara suavemente para llamar la atención de las abejas, y luego murmurara suavemente en una melodía doleosa la noticia solemne.
Pequeñas rimas se desarrollaron a lo largo de los siglos propias de una región en particular. En Nottinghamshire, se oyó cantar en silencio a la esposa de los muertos frente a la colmena,
“El amo está muerto, pero no te vayas; tu amante será una buena amante para ti. ”
En Alemania, se escuchó una pareja similar,
"Pequeña abeja, nuestro señor está muerto; no me dejes en mi angustia".
Pero la relación entre abejas y humanos va más allá de la superstición. Es un hecho, que las abejas ayudan a los humanos a sobrevivir. 70 de las 100 mejores especies de cultivos que alimentan el 90% de la población humana dependen de las abejas para la polinización.
Sin ellas estas plantas dejarían de existir y con ella todos los animales que comen esas plantas. Esto puede tener un efecto en cascada que ondularía catastróficamente la cadena alimentaria.
Perder una colmena es mucho peor que perder un suministro de miel. Las consecuencias amenazan la vida.
El acto de decirle a las abejas enfatiza esta profunda conexión que los humanos comparten con el insecto.
- a través de amusingplanet.com
Arte: The Bee Friend, una pintura de Hans Thoma (1839-1924)

 

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