sábado, 31 de octubre de 2020

CÓMO LIBERAR UNA EMOCIÓN

 https://youtu.be/9CfOxTbSxHk

LAS SEMILLAS DE LINAZA PARA LOS INTESTINOS

 

Las semillas de lino molidas presentan mayores beneficios para la salud que las semillas de lino enteras?

Respuesta de Katherine Zeratsky, R.D., L.D.

La mayoría de los expertos en nutrición recomiendan la linaza molida por sobre la entera porque la forma molida es más fácil de digerir. La linaza entera puede pasar por el intestino sin digerirse, lo cual significa que no aprovecharás todos los beneficios.

La linaza es buena para la salud ya que es rica en fibra y ácidos grasos omega-3, así como en fitoquímicos llamados lignanos. Una cucharada (7 gramos) de linaza molida contiene 2 gramos de ácidos grasos polinsaturados (incluye los omega-3), 2 gramos de fibra dietética y 37 calorías.

La linaza generalmente se utiliza para mejorar la salud digestiva o aliviar el estreñimiento. La linaza también puede ayudar a reducir el colesterol total en sangre y los niveles de lipoproteína de baja densidad (LDL, o colesterol "malo"), lo cual puede ayudar a disminuir el riesgo de enfermedad cardíaca.

Puedes comprar linaza a granel (entera o molida) en muchas tiendas de comestibles y tiendas de alimentos naturales. Las semillas enteras se pueden moler en casa usando un molinillo de café o un procesador de alimentos.

Consejos para incluir la linaza en tu dieta:

  • Agrega una cucharada de linaza molida al cereal caliente o frío del desayuno.
  • Agrega una cucharadita de linaza molida a la mayonesa o mostaza cuando hagas un sándwich.
  • Añade una cucharada de linaza molida a un envase de yogur de 8 onzas.
  • Añade linaza molida a tus galletas, panecillos, panes y otros productos horneados.

Al igual que otras fuentes de fibra, la linaza debe ingerirse con mucha agua u otros líquidos. La linaza no debe consumirse al mismo tiempo que los medicamentos orales. Como siempre, consulta a tu médico antes de probar cualquier suplemento dietético.

LIMPIEZA DE LOS INTESTINOS

 

8 Remedios caseros para limpiar tus intestinos y reducir tu pancita

Publicado Sep 4, 2017
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Es vital para tu salud que el cuerpo elimine todo lo que no necesita. ¿Sabías que en tus intestinos hay desechos que no pudiste evacuar y que no han sido desalojados posiblemente desde hace años? Prueba estos remedios naturales para que desintoxiques tu colon y te ayudarán a reducir tu pancita.

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Bebida caliente de vinagre de manzana y miel para deshacerse del exceso de heces acumulado.
Bebida caliente de vinagre de manzana y miel para deshacerse del exceso de heces acumulado.
Pixabay

Bebida caliente de vinagre de manzana y miel para deshacerse del exceso de heces acumulado.

En un cuarto de litro de agua hervida, coloca dos cucharadas de vinagre de sidra de manzana crudo, agrega una cucharada de miel orgánica cruda y agita la mezcla. Espera a que enfríe para beber, de preferencia en ayunas.

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Prepara un poderoso jugo de jengibre para desalojar y darle mejor funcionamiento a tu intestino.
Prepara un poderoso jugo de jengibre para desalojar y darle mejor funcionamiento a tu intestino.
Pixabay

Prepara un poderoso jugo de jengibre para desalojar y darle mejor funcionamiento a tu intestino.

Pon cuatro onzas de agua caliente en un vaso y agrégale media cucharadita de sal marina y mezcla. Agrega una cucharada de jugo de jengibre, el jugo de medio limón y media taza de jugo de manzana orgánico. Bébelo 3 veces al día antes de cada comida.

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Consume una manzana todos los días por su alto contenido de fibra.
Consume una manzana todos los días por su alto contenido de fibra.
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Consume una manzana todos los días por su alto contenido de fibra.

Es bien sabido que la manzana tiene múltiples propiedades para tu salud y está comprobado que es excelente para purificar los intestinos y la sangre ya que elimina el exceso de toxinas y grasas no beneficiosas.

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SABER MANEJAR UN ICTUS

 Rafael estaba viendo la tele en su casa como un día cualquiera. Sonó el timbre y, al abrir la puerta a su sobrino, este exclamó ‘tito, te está dando un ictus’. Sin perder un instante, sacó el móvil y llamó a los servicios de urgencias. Una reacción rápida que consiguió que hoy Rafael Martínez, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Anticoagulados (FEASAN), pueda contarlo sin secuelas. “Me encontraba normal, no me dolía nada y contestaba coherentemente. Pero tenía el labio inferior hacia la izquierda y la lengua un poco hacia fuera, que son dos de los síntomas claros. Él lo tuvo claro porque es policía nacional, les enseñan a detectarlos y a actuar rápido y sin perder la calma. Ante una situación así, es mejor llamar a emergencias y equivocarse, que no hacerlo y que queden secuelas. Con el ictus el tiempo es oro”.

Su caso no es aislado. Cada año 15 millones de personas de todo el mundo sufren un ictus. De cada tres afectados, uno muere y otro sufre una discapacidad permanente. Esto la convierte en la primera causa de discapacidad física y mental en todo el mundo. Solo en España se producen unos 120.000 casos al año. Las consecuencias personales, familiares y socio-sanitarias son demoledoras. “Es una de las enfermedades del cerebro más frecuentes. El 80% de los casos se producen porque una arteria del cerebro se obstruye. Es el ‘ictus isquémico’ y la causa está en un trombo formado en la arteria cerebral (trombosis) o en el corazón (embolia). Puede ser transitorio y durar apenas diez minutos o prolongarse durante más de 24 horas, que es lo que conocemos como infarto cerebral. En el 20% restante la causa es todo lo contrario: una arteria se rompe y origina una hemorragia cerebral o derrame”, explica el doctor Jaime Masjuan Vallejo, jefe de Neurología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.



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En España se producen unos 120.000 casos de ictus al año. Las consecuencias personales, familiares y socio-sanitarias son demoledoras.

La denominación ictus es relativamente nueva. “En 2000 la Sociedad Española de Neurología buscó un término que aunara diversas enfermedades. Se optó por el término ‘ictus’, que en latín significa golpe. Bajo ese paraguas de términos se agrupan diversas afecciones cerebrales, como el derrame, la embolia o la apoplejía. Al sumar todos esos casos, estadísticamente aumentaron mucho. Así resultaba más fácil comunicar la importancia de esta enfermedad terrible, pero en la que se puede hacen hacer muchas cosas para prevenirla”.

Ser joven no inmuniza frente al ictus

En España, el ictus es la tercera causa de muerte en cómputo general y la primera en el caso de la mujer. “No es que tenga más incidencia entre las mujeres, pero está relacionado con la edad. Como la esperanza de vida en la mujer es superior a la del hombre, tenemos más ictus. Lo mismo sucede con el Alzheimer. No es que el ictus genere ese problema, pero si a una persona de edad avanzada encima le dejas sin riego una parte del cerebro, las posibilidades de desarrollar ese tipo de demencia senil se multiplican”.

La edad es uno de los factores de riesgo no evitables. “Ocurre con más frecuencia en mayores de 65 años porque en el organismo hay un deterioro inevitable, pero puede sobrevenir a cualquier edad. Es más, en los últimos años están aumentando entre un 15 y un 25% en menores de 55 años por hábitos de vida poco saludables que disparan los factores de riesgo cardiovascular: hipertensión, diabetes mellitus, consumo excesivo de alcohol, dieta alta en grasas, tabaquismo y sedentarismo. También algunas enfermedades cardíacas, como la fibrilación auricular. El patrón de paciente suele repetirse: personas que se cuidan poco, comen fuera de casa y platos poco saludables, tienen mucho estrés y son hipertensos, pero no lo saben. O son hipertensos, pero no se cuidan. Piensan que esto es una cosa de ancianos, que no les va a tocar. Cuantos más factores de riesgo acumulen, más posibilidades de sufrir este tipo de ataque cerebral”.

Desde la Sociedad Española de Neurología, así como otras instancias sanitarias, se realizan periódicamente campañas de concienciación ciudadana. “Paradójicamente quienes más lo sufren, que son las personas entre 60 y 80 años, son los que más se vigilan porque por uno u otro motivo ya suelen pasar con relativa frecuencia por atención primaria. Pero tenemos que lograr que el mensaje cale en la población entre 35 y 60 años. De cómo se cuiden en edades tempranas dependerá buena parte de su salud vascular. Y con ello, su calidad de vida. El ictus ocurre de repente. A diferencia del infarto de miocardio, que no deja secuelas, puede dejar secuelas invalidantes. Por pequeña que sea, una dificultad para mover la mano o en el habla, puede suponer que esa persona no se reincorpore al mercado laboral. Y eso, en edades relativamente jóvenes, es un drama personal. Y un roto a nivel social, porque perdemos a personas laboralmente hábiles. Por no hablar del gasto médico”. Las estadísticas en España calculan un gasto sanitario anual de aproximadamente 1.250 millones de euros, a los que hay que sumar los estragos que un enfermo causa en la economía y la rutina familiar.

En un pequeño porcentaje también afectar a personas sanas y deportistas. “Tiene que ver con alteraciones congénitas de la coagulación o anomalías en la arteria cerebro. Es lo que le sucedió a Alberto Contador”.

Hablar raro es señal de alarma

Dependiendo de la zona del cerebro afectada por el trombo o de la zona encharcada por la hemorragia los síntomas pueden ser diferentes. “Son fácilmente identificables: pérdida del habla o hablar sin coherencia, torcedura del labio inferior, pérdida de fuerza en un brazo…Casi nunca van acompañados de dolor de cabeza, algo que si sucede en el infarto de corazón”. Los síntomas pueden ser permanentes hasta que se llega al hospital o durar cinco o diez minutos y desaparecer. “Son ictus transitorios. Lo vimos hace años cuando Alfredo Landa subió a recoger el Goya. Hablaba raro, pero nadie se percató que era un ictus en directo. Muchas personas lo sufren, pero, al desaparecer los síntomas lo dejan pasar. Es un error: suele ser la primera manifestación de una enfermedad cerebrovascular. Diagnosticada a tiempo, podemos tratarla y evitar el infarto cerebral definitivo y grave, algo que sucede en un 15% de los que lo dejan correr. Más aún, entre un 4 y un 8% lo tendrán en el plazo de un mes”. En estos casos, no hay emergencia vital inminente, pero se recomienda visitar un servicio de urgencias con neurólogo de guardia para que valore la situación y ponga el tratamiento pertinente para evitar que se repita.

Cuando es duradero, actuar con diligencia en los 90 minutos posteriores puede salvar una vida. “La reacción innata es acudir a las urgencias del hospital más cercano. No hay que proceder así porque no todos los centros hospitalarios cuentan con equipos especializados en ictus. Lo adecuado es llamar al 112 o 061. Ellos ya ponen en marcha el ‘Código Ictus’, un sistema que coordina los Servicios de Emergencia con los hospitales que cuentan con Unidades de Ictus. Se dan instrucciones precisas a la ambulancia sobre a qué hospital ha de acudir, que puede que no sea el más cercano, pero sí el equipado para tratarlo. Paralelamente se informa al hospital de que un paciente va de camino. El objetivo es que, en los 60 minutos posteriores a su llegada, se pueda identificar y aplicar el tratamiento”. Esta estrategia milimétrica y a contrarreloj tiene un objetivo claro: “Cuanto menos tiempo permanezca sin riego el tejido cerebral, más posibilidades de que el tratamiento sea eficaz y no deje secuelas. O de haberlas, que sea lo menos dolosas. En algunos pacientes tenemos hasta 24 horas para actuar. Nos pasa con algunos que no le dan importancia a no poder mover bien un brazo o a los que lo sufren mientras duermen. Pero cuanto antes se ataje, mejor”.

La vida en 90 minutos

El reloj de Rafael casi se para hace tres años. Hoy lo recuerda con toda nitidez. “Afectó a la parte derecha del cerebro, así que me paralizó el lado izquierdo. Los de la ambulancia me decían 'mueva la mano derecha y la movía. Ahora mueva la mano izquierda y yo decía ‘que no me la encuentro’. Tampoco tenía visión en el ojo izquierdo, pero podía hablar sin problemas. Ya en el hospital pasé al quirófano para que me extrajeran el coágulo. En cuanto la sangre empezó a movilizarse por lo que yo llamo ‘la zona confinada’, me recuperé sin secuelas”.

Esos 90 minutos desde que se pone en marcha el Código Ictus implican una coordinación exhaustiva entre distintos sanitarios. “Lo primero que hacen los equipos de emergencia al ver al paciente es controlar la tensión y encaminarse al hospital designado”, desgrana el doctor Masjuan. “Una vez allí, los neurólogos hacemos un escáner craneal para determinar si hay derrame o es infarto cerebral”. Estas pruebas diagnósticas son clave para establecer el tratamiento necesario. “A los pacientes les explicamos que esto es como cuando tienes un problema de fontanería en casa: no es lo mismo que se atasque el fregadero o que se rompa una cañería. Cuando se trata de un infarto cerebral, unas veces se mete un fármaco por la vena (trombolisis) para disolver el coágulo. En otras ocasiones se emplea una técnica más avanzada que consiste en meter un catéter desde la ingle al cerebro para sacar el trombo y liberar el paso obstruido. Si el origen es una hemorragia y la sangre está inundando el cerebro podemos tener distintos métodos quirúrgicos, si bien pero menos eficaces”.

Y ahora, ¿qué?

Hay quienes sufren dos y tres ictus en su vida. “Si no se cuidan los factores de riesgo que han llevado al primer ictus, pueden repetirse. Si sucede un segundo, los neurólogos le volveremos a dar mil vueltas para buscar la causa. Normalmente es que el paciente no se cuida, que ha vuelto a fumar o no toma medicación. Esto es un aviso para toda la vida. El problema es que los primeros 3-6 meses se asustan y hacen las cosas bien. Con el tiempo, relajan y vuelven a aumentar los factores de riesgo. Hay que hacerse revisiones con el neurólogo o en atención primaria. No vale con hacer deporte o comer sano si no tomas la medicación. A los pacientes crónicos hay que concienciarlos de que si hacen las cosas bien, todo irá bien. Si no, están comprando papeletas para que vuelva a producirse”.

Sin embargo, el mensaje que debe calar entre la población es que el 80% de los ictus puede prevenirse evitando los factores de riesgo. “Y es mejor prevenir que curar, porque dos de cada tres dejan secuelas. Tampoco hay que vivir con la angustia ni hacerse un chequeo cardíaco si no hay factores de riesgo, sobre todo, en pacientes jóvenes. Pero sí trabajar en la prevención primaria, que es la no farmacológica: caminar a diario, vigilar la dieta, no fumar, controlar los niveles de colesterol, la glucosa y la tensión. Ahora tenemos dispositivos portátiles por poco dinero, incluso, algunos relojes inteligentes, que ya dan una idea de cómo estamos de salud. Solo con eso detectaríamos muchos candidatos a ictus y podríamos evitarlos. Capítulo aparte son las personas que ya han sufrido algún problema de corazón, porque hay más posibilidades de que generen émbolos (así se denominan los trombos cuyo responsable es el músculo cardíaco) y que éstos acaben en el cerebro. Aquí sí que hay que tratar con anticoagulantes para hacer la sangre más líquida”.

Bien controlado, el ictus puede ser un solo una peligrosa llamada de atención. Es la reflexión en voz alta que Rafael Martínez reitera una y otra en sus conferencias ante otros compañeros de dolencia y en todas aquellas dirigidas a la prevención entre la población sana. “A mis 76 años, me cuido más que cuando era un chaval. De joven me fumaba tres cajetillas diarias, bebía y no hacía nada de deporte. Comer no es que comiera mal, pero tampoco me contenía. Ahora paseo a diario, no fumo y procuro no abusar de las grasas. Si me dejaran volver atrás en el tiempo, cambiaría todos esos errores. Ya me causaron un infarto en 2001 y hace tres, el ictus. Ahora tomo 18 pastillas al día para diversas patologías. Estoy anticoagulado y tengo que tener cuidado con los cortes o los golpes. Un pequeño hematoma para otra persona, en nuestro caso puede ser una hemorragia interna. Cada día me pregunto cómo habría sido mi vida de haberla encauzado de otra forma”.

viernes, 30 de octubre de 2020

LA LOCURA DE AMAR A LOS GATOS

 

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Me crucé con este dibujo y me dio gracia porque hace poco me hicieron el comentario de que mi fascinación por los gatos ya era “patológica”. Y bueno, cuando uno se especializa y capacita en algo y arma una cuenta dedicada al tema, lo lógico es que hable de eso...no?
Al margen de ese comentario, anoche cuando me levante a las 5am a ponerle las gotas a Emily me quede pensando en la cantidad de veces que me dijeron “vos estás loca!”. Aplíquese a: levantarte cada dos horas a darle la mamadera a un gato, levantarte de madrugada a darles un remedio, cocinarles, llevarlos a ver a un especialista, dormir en la cocina haciendo guardia, llorar por un gato que no conozco, dejar que me afecte como alguien se maneja con un animal, dejar de salir o hacer algo por quedarme cuidando a un gato, y la lista continúa.
Hay un diálogo que amo en Alicia en el País de las Maravillas, entre el Señor Conejo y el Sombrerero que dice:
Sr. Conejo: “Lo mejor será que bailemos”
Sombrerero: “¿Y qué nos juzguen de locos, Sr. Conejo?”
Sr. Conejo: “Usted conoce cuerdos felices?” Sombrerero: “Tiene razón, ¡¡bailemos!!”
A toda esa gente que alguna vez me dijo “vos estás loca!”, hoy les confirmo que si, y les deseo que ellos también bailen.
Tener la suerte de encontrar algo que se ame y apasione lo suficiente como para hacer cosas que para el resto desafían los parámetros de cordura, es no solo una bendición sino también lo más cerca que se puede estar de encontrar nuestra razón de ser.
Puedo arrepentirme de muchas cosas que haya hecho en mi vida, pero ninguna, NINGUNA, de aquellas que hice o deje de hacer por un gato, y eso marca mi Norte, patológico o no.
Bailemos.
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