jueves, 4 de abril de 2019

La glándula pineal: el enigma de nuestra mente.

La glándula pineal ha suscitado desde siempre un gran interés. Descartes decía de esta pequeñísima glándula, alojada justo en el centro de nuestro cerebro, que era el “asiento” del alma y el núcleo donde se gestaban todos nuestros pensamientos. No falta quien habla también de esta estructura como nuestro “tercer ojo”, ese vórtice energético que nos ofrecería un tipo de percepción que iría más allá del sentido de la vista.
Ahora bien, dejando a un lado estas perspectivas místicas o espirituales y su tradición algo colorida, la glándula pineal o la epífisis cerebral encierra en sí misma, una función tan interesante como enigmática. Regula nuestros ciclos, nuestros ritmos circadianos, la entrada a la madurez sexual e incluso muchas de nuestras sensaciones. Es una estructura tan singular como fascinante.
La glándula pineal es algo más que nuestro tercer ojo. Es un pequeño director de orquesta inspirado por la luz del sol, ella es quien acompasa de modo sutil nuestros ciclos, nuestros instantes de relajación, nuestro despertar a la madurez…
Uno de los aspectos más interesantes de la glándula pineal es que siendo tan pequeña (apenas 8 mm) recibe un inmenso flujo de sangre, casi tanto como nuestros riñones. Tiene forma de árbol (de ahí el término “pineal”) pero su tronco, sus ramas, tienden a solidificarse muy pronto, tanto, que entre los 12 o los 20 años muestre ya cierta calcificación.
No obstante, sigue cumpliendo con muchas de sus funciones esenciales. Te las explicamos.
Cabeza con glándula pineal iluminada

La glándula pineal: la reguladora de ciclos y el ojo vestigial

A día de hoy no se conoce con total exactitud todas las funciones que puede llevar a cabo la glándula pineal o epífisis cerebral. Se sabe que la mayoría de los vertebrados la tienen, y que incluso ciertos anfibios y reptiles disponen de una estructura muy similar. Ahora bien, cabe decir que pocas estructuras cerebrales han suscitado tantos misterios y desafíos a lo largo de la historia de la medicina.
Los tuátara, por ejemplo, son un tipo de reptil endémico de Nueva Zelanda conocidos por tener justo en el medio de su cabeza, un “tercer ojo parietal o pineal”. Tiene retina y cristalino y cumple una función hormonal y de termorregulación. Algo fascinante, no hay duda.
Sabemos que la glándula pineal fue descrita por primera vez en el siglo III a. C. Fue Herófilo de Calcedonia y le atribuyó unas funciones muy particulares: vio en la glándula pineal una válvula capaz de regular nuestro pensamiento. Más adelante, Galeno de Pérgamo ya le dio una explicación un poco más ajustada y certera. La describió como una glándula del sistema nervioso.
La verdad es que el célebre Galeno no iba mal encaminado. Esta pequeña estructura situada entre los órganos del tálamo y bañada a su vez en el líquido cefalorraquídeo es, efectivamente, una pequeña glándula endocrina con interesantes funciones. Son las siguientes:

La glándula pineal y la serotonina

  • La glándula pineal es una estructura fotosensible y una de sus principales funciones biológicas es precisamente, segregar melatonina. Esta hormona derivada de la serotonina, como ya sabemos, la cual, modula nuestros patrones de vigilia y sueño (los ritmos circadianos) y establece a su vez, nuestra entrada a la pubertad.
  • Se sabe, además, que actúa como un afinado reloj biológico. Su actividad es muy intensa hasta llegados los 7 u 8 años, instante en que la producción de melatonina empieza a decaer y, poco a poco, se empiezan a orquestar los mecanismos de la madurez sexual.
  • Ahora bien, existen estudios que nos indican que esta estructura es muy sensible a determinados químicos ambientales. En algunos países de Estados Unidos se está viendo que las niñas llegan a la pubertad de forma muy temprana debido a la exposición de ciertos componentes, como por ejemplo, el fluoruro.

La glándula pineal y nuestra salud cardiovascular

Una estudio llevado a cabo en el 2016 en la Universidad de Shangai, se descubrió algo interesante. Hay una relación directa entre nuestra salud cardiovascular y la glándula pineal. La melatonina producida por parte de esta glándula excepcional tiene un impacto muy positivo en nuestra tensión arterial, en la fortaleza y elasticidad de nuestras venas y arterias y en la resistencia de los músculos cardíacos.
Este trabajo concluyó con algo que vale la pena tener en cuenta: la melatonina puede usarse para tratar enfermedades cardiovasculares.
Cerebro de una persona para simbolizar la actuación del cerebro en situaciones críticas

Glándula pineal y neurociencia

La neurociencia no deja de revelarnos datos asombrosos e interesantes sobre la glándula pineal. Dispone por ejemplo de un tejido nervioso propio y muy característico que consiste en astrocitos y pinealocitos, rodeando una capa de piamadre. Los primeros dan soporte a las neuronas y los segundos son los que liberan la melatonina.
  • Un aspecto curioso de la glándula pineal es el hecho de que es muy sensible a los fármacos y a cualquier tipo de químico ( de ahí que en ciertas zonas debido al alto grado de contaminación ambiental, pueda acelerar la madurez sexual de los niños). Algo que ha podido observarse por ejemplo es que hay pacientes que presentan efectos adversos ante la fluoxetina debido a que su glándula pineal es más activa de lo normal.
  • Asimismo, determinados tipos de drogas con efectos psicodélicos como la dimetiltriptamina (DMT), presenta una mayor sensibilidad en esta pequeña estructura.
A sí, y pesar de la curiosidad que ha despertado siempre a lo largo de la historia, sus verdaderas funciones se descubrieron recientemente. De hecho, las tareas de la glándula pineal siguen describiéndose a día de hoy dados los últimos avances en técnicas de neuroimagen.
Estamos pues ante un tipo de glándula que a pesar de estar integrada justo en el centro de nuestro cerebro, es increíblemente sensible a nuestro entorno. Es un pequeñísimo faro biológico en el ser humano y un órgano vestigial en algunos animales.
Cerebro con la glándula pineal

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