sábado, 19 de noviembre de 2016

VIRGO 2017


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VIRGO
“El maestro le pidió al discípulo que limpiara el jardín. Después de unas horas de labor, el jardín lucía impecable. El maestro encontró insuficiente el trabajo, y el discípulo continuó toda la tarde en las labores limpieza. El patio brillaba. Pero el maestro disconforme le dijo, “aún falta”, y se acercó a un árbol, movió su tronco, y de este cayeron al suelo algunas hojas. “Ahora sí el jardín está perfecto”, dijo. Para obtener lo que deseamos necesitamos un orden, objetivos claros, organizarnos, de manera de ir en la dirección correcta. Así sistematizamos lo cotidiano, emprendemos trabajos con rutinas, estructuramos el caos que es la vida. Pero después de aprender e incorporar el orden, trabajo que hace muy bien la educación tradicional que recibimos, necesitamos cuando adultos aprender del desorden. Pero ocurre que el caos y el desbarajuste nos aterra, y lo asociamos con depresión, con los hippies, con drogas. Muchos se aburren con el tiempo libre, y se aterran ante la posibilidad de parar un par de meses. Otros jubilan u obtienen un estupendo desahucio aún jóvenes, y a las dos semanas están buscando empleo. Lo verdaderamente creativo nace del desorden, de la pérdida de las certezas. La vida se renueva solo si entra en un periodo de confusión, donde la vieja estructura ya no sirve. Todo sistema crea mandamientos, normas, reglas, que después de un tiempo quedan obsoletas. La depresión es un intento doloroso de acercarse al desorden. Uno se sale de la línea recta y entra en la nada. Pero ojo que la nada es el crisol donde se crean nuevas formas. El año sabático, el viaje prolongado, el dejar el trabajo aburrido y gastado, el abandono de los dogmas, el abrirse a las pasiones y los deseos, son todos rituales que celebran el desorden y lo creativo. Necesitas este 2017 mover los árboles, que caigan hojas y que la pulcra y pusilánime estructura que te sostiene, se resquebraje para poder crecer. Si uno quiere encontrarse hay que perderse un ratito. Qué aterrador tener la vida clara a los 20 años. O a los 70. Hay un juego allá afuera, un misterio que endulzará todos los días de tu vida. Se llama perder el control, entregarse al sutil desorden, a tomar el auto un martes e irte a caminar a la playa. Puedes vivir varias vidas en esta única vida, por un lado organizando y programando, pero siempre abierta al vuelco repentino, a patear la mesa y a modificar el destino.

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