martes, 12 de febrero de 2019

SANA A TUS NIÑOS INTERNOS Y LIBERARÁS TU CORAZÓN PARA EVOLUCIONAR

SANA A TUS NIÑOS INTERNOS Y LIBERARÁS TU CORAZÓN PARA EVOLUCIONAR
Por Laura Foletto

Un día, un niño vio cómo un elefante del circo, después de la función, era amarrado con una cadena a una pequeña estaca clavada en el suelo. Se asombró de que tan corpulento animal no fuera capaz de liberarse de aquella pequeña estaca y que, de hecho, no hiciera el más mínimo esfuerzo por conseguirlo. Decidió preguntarle al hombre del circo, que le respondió: "Es muy sencillo, desde pequeño ha estado amarrado a una estaca como esa y, como entonces no era capaz de liberarse, ahora no sabe que ella es muy poca cosa para él. Lo único que recuerda es que no podía escaparse y por eso ni siquiera lo intenta".  Recordé esta historia ayer pensando en cuántas personas están atadas a sus traumas y recuerdos infantiles y siguen creyendo que no pueden soltarse.  Así, como el elefante, viven haciendo su número afuera y volviendo al mismo lugar después.

¿Quién tiene el poder aquí?  Los Niños Internos.  Ellos recrean la realidad que conocieron una y otra vez y no saldrán de allí… a menos que los liberemos de esas experiencias dolorosas o frustrantes.  Una paciente nueva, de 78 años, no puede creer que sus actitudes de infancia sigan vigentes aún hoy.  Se “adormecieron” un poco durante su vida adulta, porque su esposo funcionó como su lugar de seguridad, igual que sus padres antes.  Ahora que él falleció, sus miedos emergieron más vivos que nunca y están encerrándola cada vez más en su casa.  Quiere salir de eso y comprende que es a partir de enfrentar sus temores infantiles.  Muchos creen que “el tiempo sanará todo”.  No es así en estos casos: no existe el  tiempo en nuestra esfera interna.  Otros se entregan a toda clase de terapias energéticas, teorías espirituales, meditaciones, novedosas técnicas (cada vez más sofisticadas): lo que sea, menos tocar el núcleo de los problemas.

¿Son “malos” nuestros Niños?  No, son como son los chicos: hacen berrinches, crean la misma realidad para ser notados, para que nos fijemos en ellos y los rehabilitemos, los llevemos a la felicidad.  En lugar de eso, tratamos de huir o magnificamos el sufrimiento, lo cual lo acrecienta, bloqueando aún más la resolución.  El trabajo espiritual más profundo que podemos realizar es con ellos, ya que no hay nada más liberador.  ¿Por qué?  Porque estos aspectos heridos de los Niños son:
  • Una escenificación de lo que venimos a sanar como individuos. 
  • Una forma de solucionar la relación padre/madre (y el alma familiar), ya que espejamos los conflictos de ellos. 
  • La vía para comprender cabalmente los aspectos femeninos y masculinos que somos y unirlos en un matrimonio sagrado, que activará la auténtica creación.
  • La conexión con nuestra Alma.


Nuestra mente es masculina y nuestro corazón es femenino.  Nuestros pensamientos son lo que nos han enseñado en esta sociedad, lo cual proviene de una energía masculina pervertida y decadente.  Lo femenino ha sido degradado y humillado.  Sin embargo, el puente a la divinidad interior es a través del corazón, por medio de nuestra energía femenina, lo que habilitará al masculino a protegerla y llevarla a la realidad (estoy hablando de energías, no de géneros: este trabajo es igual para hombres que para mujeres). Por lo tanto, al sanar a nuestros Niños Internos, liberaremos estos aspectos que condicionan el acceso a lo más sagrado, amoroso y dichoso en nosotros. 

¿Por qué nos resistimos tanto?  Porque nos acobardamos ante el dolor que, suponemos, enfrentaremos.  Lo que no comprendemos es que ese dolor está presente en cada acto, en cada decisión, en cada emoción anestesiada o agrandada.  No nos abandona jamás.  Asimismo, al no encararlo, esos Niños nos toman totalmente, reaccionan por nosotros.  ¿Acaso es un adulto el que teme hablar frente a un público, el que no muestra sus emociones, el que se sonroja ante un cumplido, el que se estremece por una palabra o un acto violento?  No, es un Niño al que un Adulto no contiene ni cuida.

Soportar ese dolor por años es el mayor daño que podemos hacerle, porque, en realidad, la sanación es corta y genuina, cuando se utilizan las herramientas adecuadas.  Como me decía una paciente, “no puedo creer ya no sentir esa angustia continua; es como si se me hubiera borrado todo y ahora puedo ser yo misma, sin condicionamientos”.  Y así es.  Porque el Amor es la respuesta a cualquier pregunta o asunto.  Y tus Niños son puro Amor cuando están unidos a la Fuente.

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