Sobreviví a la COVID.
El 1ero de Enero comencé con los síntomas. Primero escurrimiento nasal, luego dolor de cabeza. Y después se dejó caer con fuerza sobre mí.
Dolor muscular intenso. Dolor en los ojos. Fiebre. Falta de oxigenación. Náuseas día y noche. Depresión. Pérdida de cabello. Desubicación.
No podía escribir, no podía crear, no disfrutaba nada: ni el entretenimiento, ni el trabajo, ni la comida, ni el descanso.
Sabía que estaba vivo pero no estaba presente.
Me sentía sin conexión conmigo mismo.
Entendí que los miles de millones de organismos que habitan en mi cuerpo estaban en chinga atendiendo la supervivencia de su entorno, de su mundo y de ellos mismos.
Así que no les metí estrés, los bendije a todos y los dejé hacer lo suyo.
¿Pude haber muerto? No lo sé, probablemente.
En mi país ha muerto gente más joven que yo de COVID.
Esta enfermedad ya mató a tres excompañeros de la escuela.
Todos los días hay nuevos infectados, miles de muertos y nuevas mutaciones del virus.
Pero aquí estoy, gracias a Dios y todas las minúsculas partes que me forman.
20 días después, salí oficialmente de esta enfermedad.
Y hoy me siento genial.
Renovado. Renacido. Recargado. Agradecido.
Tengo cosas que hacer, continuar los planes de desarrollo conmigo, con ustedes y con mi ciudad. Pues así como mis células se encargan de su entorno, a mi me toca encargarme del mío.
Aquí estoy para ser feliz, para experimentar, para crecer, para aprender y para compartir.
Amo estar vivo.
Amo sentirme y saberme capaz nuevamente.
Pues aquí yo vine a servir.
Y a divertirme mucho.
-Josué Ordaz, su Negro.
La pandemia sigue.
A cuidarnos y a proteger a los que no pueden protegerse a sí mismos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario