Nueve rasgos oscuros
El egoísmo es el primero de ellos y puede definirse como la preocupación excesiva por el beneficio propio a expensas de los demás y de la comunidad. El segundo es el maquiavelismo, una actitud manipuladora e insensible hacia los demás, acompañada de la convicción de que el fin justifica los medios.
La desconexión moral es el tercero de los rasgos oscuros de la personalidad y se define como un estilo de procesamiento cognitivo que permite comportarse de manera amoral sin sentir remordimiento alguno por ello.
El narcisismo, cuarto rasgo, se define como una auto-admiración excesiva, acompañada de un sentimiento de superioridad y de una necesidad extrema de atraer constantemente la atención de los demás.
La creencia persistente de que uno es mejor que los demás y que por lo tanto merece ser tratado mejor, es el quinto rasgo oscuro de la personalidad y se llama derecho psicológico. La psicopatía, sexto rasgo, se define como la falta de empatía y autocontrol, a lo que se le agrega un comportamiento impulsivo.
El sadismo es el séptimo rasgo y se define como el deseo de infligir daño mental o físico a otros por placer. El interés propio (entendido como el deseo de promover y destacar el propio estatus social) y el rencor, definido como destructividad y disposición a causar daño a otros, incluso si uno corre el riesgo de infligirse daño a sí mismo, son respectivamente el octavo y noveno rasgos oscuros de la personalidad establecidos en esta investigación.
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