sábado, 19 de noviembre de 2016
GÉMINIS 2017
GÉMINIS
“Una muchacha quedó embarazada y dijo que el padre del niño era el viejo ermitaño del bosque. Cuando nació, la familia le pasó la guagua al viejo, que sin chistar la recibió y dijo: “bueno, ya”. Y se dedicó a criarla. A las pocas semanas, la muchacha arrepentida, admitió que el verdadero padre era un viajero que pasó por el pueblo. Entonces la familia volvió al bosque donde el viejo a que le devolviera la guagua. Sin chistar el viejo les dijo:“bueno, ya”. Vivimos en un mundo masculino, de acción, competencia y ganancias. La vara por la que nos miden son los logros, la cuenta en el banco, el poder que detentamos. Decía Jung que lo central en lo femenino es abrirle los brazos a la vida, aceptar todo lo que ella nos entrega. Lo femenino fluye en la dirección del cauce del río, sin esfuerzo, entregándose a la corriente. Lo masculino, en cambio, rema río arriba y pretende construir una represa y hacer un puente. Si lo masculino es hacer, lo importante en lo femenino es ser. Lo femenino va abrazando las diferentes circunstancias que la vida le presenta, sean estas buenas o malas. No significa no luchar, ni es tampoco una resignación, sino es más bien una sabiduría de mirar los diferentes acontecimientos con profundidad y paz, sin desesperación ni angustia. Lo femenino ve en la enfermedad una oportunidad para conocerse, ve en la dificultad una oportunidad para afianzarse como familia, ve en la crisis la posibilidad de ser mejor. En su útero/caverna/cáliz, resuenan los 4 vientos, las 4 direcciones. Ella intuye que lo que es bueno, esconde una sombra, y el conflicto trae en su centro una luz. “¡Yupi, soy presidenta de nuevo!”, exclamó Bachelet hace un par de años. Vivimos en este sistema angustiados y ansiosos, y es porque miramos con ojos de hombre, que ve la superficie de las cosas, los hechos, las lucas, los likes. Y en ese proceso perdemos la paz, el amor, el paseo, la interioridad. El retorno a lo femenino, al detalle, a lo profundo, y no a la lucha, son esenciales en este 2017. La herramienta más poderosa es entregarse a los sucesos que vendrán, uno por uno, sin cerrarles la puerta, enfrentándolos con tranquilidad y sabiduría, con los ojos de lo femenino que sabe que lo que parece bueno, puede ser una maldición, y lo que es difícil, trae en su centro la bienaventuranza. Todo vuelve sin esfuerzo a su cauce normal.
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