Vencer el miedo es el desafío más importante que nos podemos proponer en esta vida, y más exactamente el miedo a morir, porque es el miedo supremo. Superando ese miedo se es libre, nunca antes. La libertad es la liberación del miedo a morir. Ahí es cuando se empieza a vivir.
Hay dos grupos de seres humanos. Uno está conformado por aquellos que tienen miedo, son el 99 % de la población; el otro 1 % restante lo conforman unos pocos, son aquellos que también tienen miedo. Ambos grupos tienen el mismo miedo, parecen ser iguales pero la única diferencia entre ambos grupos es la actitud que tienen ante el miedo. El miedo no los diferencia, sino aquello que hacen con el miedo. A. Huxley decía: “Experiencia no es lo que nos sucede sino aquello que hacemos con lo que nos sucede”. ¿Qué haces tú con tus miedos?
El grupo mayoritario es el que se bloquea ante el miedo, se detiene, no se atreve, se endurece y no avanza, el miedo le paraliza, este es el grupo de los cobardes, la gran mayoría.
El otro grupo se diferencia en que, ante el miedo que le puede dar una determinada situación, no se detiene, no duda, no se queda atascado, sino que avanza; ellos están temblando de miedo igual que el otro grupo, pero no se detienen, van por la dirección del miedo, lo atraviesan, paso a paso se adentran en la oscuridad de aquello que les asusta; estos son los valientes, son los que están poseídos de coraje.
Un vagabundo espiritual pertenece a este último grupo. Ha elegido la alegría de vivir peligrosamente confiando que toda la existencia estará con él a cada momento. Atraviesa el viaje de la vida con la idea clara que está viajando hacia la muerte y que a medida que avanza, se acerca más y más a ella, por ello la ama, no la rechaza, la acepta como parte de la vida. Para un vagabundo espiritual la muerte es su última y mejor amante con quien tendrá el mayor de los orgasmos, porque con ella morirá lo que no es.
La vida es un viaje hacia la muerte. Desde que nacemos comenzamos a acercarnos hacia la muerte, día a día, momento a momento, cada instante más cerca. Con cada paso que damos la sombra de la muerte nos acompaña y su consecuente miedo a enfrentarnos a ella.
La esencia del miedo
El miedo a la muerte no es miedo a la muerte sino miedo a la vida, no es miedo a dejar de existir sino es miedo a no vivir antes de morir, ¿Cómo voy a morir si aun no he vivido lo suficiente? ¿Cómo va a llegar el fin si todavía no he hecho lo que quería? Cuantas veces nos preguntamos ¿Hay vida después de la muerte? Pero porqué no preguntarnos ¿Hay vida antes de la muerte? Detrás del miedo a la muerte hay escondida otra realidad, que si muero sin haber vivido habré desperdiciado la oportunidad; pero si me decido a vivir, viviendo la vida, viviéndola con intensidad, tendré que enfrentarme a mi propia verdad, a lo que soy y siento y a la necesidad de ser libre para poder vivir; por ello es que el miedo a vivir también encubre otro miedo aun más profundo, es el miedo a la libertad, ¿Qué tendrá la libertad que tanto miedo nos da? Ser libre es Ser uno mismo, ser quién se es en realidad.
Es justamente de esa manera cómo se desvela la verdad del origen de todo miedo: que detrás del miedo a la libertad está escondido el miedo a ser nosotros mismos. Si así fuera, nos tendríamos que enfrentar a toda una sociedad de la que formamos parte y en la que hemos aprendido, durante todo el proceso de educastración, a mentir, engañar, a dejar de ser auténticos, a mostrarnos de la manera que los otros nos quieren ver. Sabemos que vivimos en la esclavitud de querer satisfacer la expectativa de los demás, y hacemos un gran negocio basado en satisfacer sus expectativas para satisfacer las propias: ser reconocido y aceptado. Ser uno mismo es lo más difícil que nos podamos proponer, pero también es la llave maestra hacia la libertad, hacia la vida y hacia la superación del miedo a morir. Todos los miedos se derrumban el día que nos animamos a ser nosotros mismos. En ese momento corremos un riesgo de poca importancia: ser rechazados o condenados. Ser uno mismo es la gran decisión. Y, aunque se nos garantice el ataque de una sociedad que sólo quiere vernos como “normales ovejitas dentro del corral”, vamos a sentir dentro de nuestro salvaje corazón una profunda aceptación, estaremos a gusto por primera vez, nos comenzaremos a aceptar y puede que los demás se enfaden, pero en realidad no se enfadarán con nosotros sino con esa parte cobarde de ellos mismos que oyen y les bloquea, esa parte que les impide avanzar en la dirección de la libertad.
El miedo en realidad no existe, es una invención de nuestra mente. El miedo, que originalmente es instintivo y está diseñado para alejarnos de situaciones en que se arriesgue la vida, ha pasado a convertirse en miedo psicológico, es decir que cada vez que nuestro YO está en riesgo de morir, ser atacado o rechazado se activa y bloquea nuestras acciones que supongan un riesgo de “morir” Dice Osho: “En un estado de no yoidad vencemos el miedo a morir porque lo único que muere es el YO”. El yo es lo que no somos pero los seres humanos vivimos en el YO por eso no sabemos quiénes somos, y por eso queremos que todo el mundo nos reconozca, queremos ser aceptados, aplaudidos, alabados, y como mínimo no rechazados, esa es toda nuestra aspiración. Pero cuando alguien trasciende su Yo, empieza a saber quién es, y se produce una relajación en el propio Ser, porque empieza a Ser, así que deja de preocuparse por la fama, la imagen y el prestigio, ya no le interesa lo que los demás piensen o digan acerca de él, ya sabe quién es, no necesita opiniones externas.
Cuenta la historia de un místico sufí, un vagabundo espiritual que un día llamo a las puertas de la casa de un hombre muy rico, solamente quería un poco de comida, cuando el rico le vio, le dijo: “a ti nadie te conoce por aquí, ¿Cómo te atreves a pedir algo si no te conozco? El derviche contestó: “Pero yo sí que me conozco a mí mismo, que triste seria si todo el mundo me conociera y yo no. Y sólo por el hecho de conocerme a mí mismo es que puedo mirarte a los ojos y pedirte ayuda sin sentir vergüenza y sin sentirme menos que tu; tanto tu como yo estamos en el mismo camino, en dirección a la muerte, no hay ninguna diferencia en cuanto a nuestro destino, nada ni nadie va a detener esta realidad, incluso si tú te conocieras un poco más a ti mismo podrías comprobar que todo lo que tienes no te sirve de nada para superar el miedo a morir” el hombre rico se vio sorprendido en su debilidad y le pidió al derviche: por favor dime ¿cómo podría superar el miedo a la muerte?, entonces el derviche le contesto: “viviendo, sólo viviendo la vida se pierde el miedo a morir; tú no vives, tu sólo estás cuidando de tus posesiones, vivir para acumular es estar muerto en vida”.
Una noche en la selva colombiana, íbamos un grupo saliendo de haber cocinado ayahuasca en medio del monte, ya era de noche, no se veía nada, sólo se oían ruidos irreconocibles, pisábamos un suelo blando e impredecible, daba miedo… estábamos rodeados de peligro y en ese momento le dije al Taita Alfredo: cuando usted viene sólo por aquí, ¿que hace cuando le viene el miedo? Y el me contesto: ¿Qué es eso? Yo oigo hablar mucho del miedo por ahí, pero no se que es.
Estos hombres que viven en la selva que atraviesan desde pequeños las situaciones más peligrosas aprenden a darse cuenta que el miedo no existe para quienes no se detienen en el camino de la vida. Que, con “lo peor” que se pueden encontrar, es con la muerte, pero la consideran su amiga, un nuevo inicio a otra vida. Estos chamanes del amazonas me enseñaron que para ser un vagabundo espiritual hay que tener coraje. Coraje significa seguir avanzando a pesar del miedo. Cuando se toman esas medicinas ancestrales, hay mucha gente que pide vencer o superar el miedo, pero cuando la medicina ayahauasca activa el maestro interior, habla con una voz suave y profunda que sale y responde de manera contundente, ella dice: “no te puedo ayudar a superar aquello que no existe”. Esa voz que activa la medicina chamánica es la voz de la existencia y es la voz interior de un ser humano lleno de divinidad, que a medida que avanza a pesar del miedo, y según va teniendo cada vez más coraje, ve como el miedo desaparece.
El cobarde escucha sus miedos y le obedece, luego se llena de ira que acaba en violencia consigo mismo y con otros; pero el valiente deja de lado sus miedos, sigue adelante, nada lo detiene y así es como se llena de fuerza y amor. El miedo es esa señal que nos indica el camino de la libertad. Atraviésalo y desaparecerá.
Cuando el miedo se va, florece el amor y la libertad.
Alberto José Varela
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