l ascendente es el signo que ascendía por el horizonte (por donde amanece el Sol), en el momento de nuestro nacimiento.
O sea, podriamos decir que el ascendente es el signo que desde la perspectiva de la tierra, amanece y nace con nosotros.
El Ascendente cambia a la velocidad que gira nuestro planeta, o sea que cada dos horas y pico, cambia el ascendente. Por eso es tan necesario una hora precisa de nacimiento para verificarlo (aun que no se tenga la hora exacta, hay técnicas para intentar aproximarse).
El ascendente es muy importante en la lectura de la carta astral, porque nos da la información de que arquetipo y pulso energético es el que debemos aprender a desarrollar. El destino de aprender a manejar la energía del ascendente es la que nos direcciona a la realización de nuestro propósito de vida.
Aun que lo tenemos asignado por destino, no es una energía que nos resulte fácil, no a todo el mundo, pero en líneas generales, nos es una tanto incomodo. También he conocido personas que se identificaban más con el signo del ascendente que con el signo solar, que es el que todos conocemos como nuestro signo.
Su influencia es total, pues si no asumimos la misión de evolucionar a través de él, su energía se nos presenta impuesta por el entorno.
El ascendente tiene un inmenso poder de proyectarse en la vida y obligarnos a vivirlo si o si, por lo que muchos sucesos y encuentros se ven proyectados desde nosotros mismos, desde la no integración consciente de esa energía que nos acompañará siempre.
La manera a través de la cual filtramos las experiencias de vida es mediante el foco del ascendente. Por ese motivo nos conduce, con esa lente particular a convertirnos en nuestro propio héroe Solar.
El ascendente es el vehículo arquetípico, el pulso energético con el que transitamos de nuestras raíces lunares a nuestros frutos solares.
Mandato cósmico, magna energía, poderoso maestro, una clave importantísima para conocernos a nosotros mismos y poder desarrollar y hacer evolucionar nuestra semilla interna.
Impulso que en muchos casos, despierta nuestro dormido potencial.
Juan Ramos.
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