lunes, 22 de febrero de 2021

LOS DUENDES Y LOS CABALLOS

 



Cuenta la leyenda que los duendes aman la crin y la cola de los caballos, en ellas hacen unas trenzas en forma de hamaca donde al parecer, ellos se montan cuando el caballo sale a pastear en las mañanas. Son unas trenzas tan talladas que son difíciles de soltar asi que en la mayoría de los casos hay que cortarlas. Aqui les dejo un cuentito basado en un hecho real.
Las trenzas de Matilde.
Doña Matilde decidió cambiar de ambiente, necesitaba un poco de aire fresco y la tranquilidad que solo el campo puede ofrecer. Le faltaban dos meses para pensionarse del Poder Judicial y la verdad es que ella y su esposo querían dedicarse a trabajar la tierra, como lo habían hecho antes de entrar a la Universidad. Ambos eran oriundos de Tierra Blanca de Cartago y querían regresar a su fresco pueblito.
Un Primo de doña Matilde estaba vendiendo su parcela con casa incluida, era tremendo pedazote de tierra y a muy buen precio, sólo tenía que poner un par de millones al ahorro de toda su vida para ajustar el dinero, asi que, ni lerda ni perezosa esperó la pensión para hacer negocio.
Don Esteban, el esposo de Matilde, remodeló la casa y le construyó un gallinero, un establo para cuatro caballos y una chanchera en el puro límite del terreno. Ahora si, ya estaban listos para comenzar esta nueva aventura.
Pusieron en venta la casa de San José y alistaron maletas. Don Esteban quedó con un poquillo de plata y decidió comprar una pareja de caballitos criollos. Bien bonitos estaban los potrillos.
Ya instalados en su nuevo hogar, comenzaron a notar que todas las mañanas los caballitos estaban fuera del establo y además encontraban los sillones llenos de piedrecillas y en algunas ocasiones restos de plantas como si alguien con la ropa sucia se hubiera sentado en ellos. Don Esteban se puso alerta y todas las noches se levantaba hasta tres veces a recorrer la casa y a vigilar por si era alguien que estaba entrando.
También comenzaron a perderse las monedas y hasta los aretes de doña Matilde; una mañana los caballos amanecieron con unas trenzas y unos nudos en sus crines que no pudieron soltar de ninguna manera, asi que Doña Matilde le preguntó a una de sus tías, pues le había pasado lo mismo años atrás. Su tía le contó que eso pasaba cuando las brujas salían a bailar al campo y que si se enamoraban de un caballo se lo llevaban y nunca mas aparecía. Pero doña Matilde no se quedó con las ganas de ver quien era el autor de esas fechorías y una noche se fue a dormir al establo, a las dos de la mañana estaba doña Matilde muerta de frío y de pronto escuchó unas risillas burlonas y los caballos comenzaron a inquietarse, doña Matilde se metió detrás de los caballos y preparó su celular para tomarle una foto al pillo. Cuando de pronto se paró frente a ella un hombrecillo que le llegaba por la mitad de la pierna con ropa de colores y un sombrerito punteagudo que la saludó cortesmente con una vocecilla chillona, Matilde se desmayó de la impresión y cuando se despertó tenía todo su cabello lleno de trenzas y es que el duende pensó que ella lo estaba esperando para que le hiciera trenzas a ella también.
Matilde tuvo que cortarse el cabello cortitico, pero aprendió a convivir con el duendecillo, asi que le ponía miel y monedas en la mesa para que él no hiciera mucho desorden por las noches.
Ahhh pero el muy bandido siguió entrenzando a los caballos.
Vanessa Alvarado

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