CRÓNICA DE COVID-19, MI EXPERIENCIA (Por Nina de la Vega)
Yo no creía en la existencia de un virus tan invasivo expandiéndose por cada rincón del planeta, me parecía algo ridículo, incluso llegué a pensar que era manipulación de los gobiernos mundiales.
Dejé que el miedo se apoderara de mí, y para cuando me di cuenta, el virus SARS-COV-2 ya se había alojado en mi cuerpo, a pesar de que uso cubrebocas y gel antibacterial cada vez que salgo de casa.
Comencé con síntomas el 6 de enero, como soy una persona alérgica, no le di importancia, pero luego empezó a dolerme la garganta y fui a ver al médico, quién me recomendó hacerme una prueba. El 9 de enero fui hacerme la prueba rápida de antígenos y resultó positiva.
Desde ese día me aislé en la casa que rento y mis hijos han permanecido en casa de su padre desde el día de Reyes.
Perdí mis sentidos, primero el olfato, después el gusto, la vista también se nubló y el tacto dejó de tener fuerza para percibir los objetos alrededor. Me sentía una versión holográfica de mí, veía mis escasos movimientos, pero no los sentía, no tenía fuerza ni siquiera para hablar por teléfono, mi mente se desconectó completamente de mi cuerpo cada vez más débil.
Cada día era una propia lucha, el cuerpo sabiamente se concentra en la respiración, comer e ir al baño pasan a ser actividades secundarias. Pasaba las horas durmiendo y tomando medicamentos, sin saber si era de día o de noche, el tiempo pasaba sin que pudiera percibirlo, al abrir los ojos veía un tenue rayo de sol asomar por mi ventana, pero no podía mantenerme despierta, al abrir los ojos nuevamente ya era de noche. Los sueños se volvieron un escape a mi realidad, los sueños me permitían ver un escenario distinto al mío donde me sentía libre.
Me mantuve aislada y sola por 14 días, como lo indica el protocolo de salud, pero yo no mejoraba. Fue al catorceavo día que me puse grave, mi oxigenación bajó a 84 y mis pulmones estaban muy inflamados que ya batallaba para respirar, comencé a usar oxígeno, gracias a mi padre que se presentó como un ángel cuando yo desfallecía, llevándome un concentrador de oxígeno que compró para mí, porque yo no quería ser hospitalizada.
Yo solo observaba mi cuerpo fatigado, como si fuera alguien externo, desconectado a este cuerpo, a esta mente; no había pensamientos rondando, no pensaba en la muerte, tampoco en los planes de mi vida, solo me concentraba en mi débil respiración conectada al oxígeno, agradeciendo el poder estar aquí, porque la vida sigue conmigo o sin mí.
Veía pocas muestras de mejoría ante los medicamentos, estuve atendida por un médico epidemiólogo durante 3 semanas, me administraron 15 inyecciones de dexametasona y 5 de antibiótico, además de antibiótico en cápsulas, antihistamínicos, inhaladores, medicamentos para el dolor y nebulizaciones.
Es verdad que cada organismo reacciona diferente ante el virus, algunos lamentablemente mueren, otros tienen pronta mejoría en esos 14 días, y otros sufren complicaciones pulmonares que les obligan a permanecer en cama o en un hospital. Yo preferí estar en mi casa, con todas las comodidades y sintiendo el cariño y el apoyo de mi familia que me ama y no me deja sola, y recibiendo las oraciones y buena vibra de muchos de ustedes.
La afección por este virus es 100% incapacitante, porque hasta levantarme al baño me agitaba y me robaba la respiración.
Agradezco el apoyo de mi padre, que ha estado a mi lado, pese al riesgo de ser contagiado, a mi madre que me mandaba comidas que yo pudiera tolerar, a mi hermana y a una gran amistad que también venían a traerme comida y medicinas, al padre de mis hijos por estar pendiente de mi salud al referirme con ese doctor especialista y por cuidar de los niños todo un mes, a quiénes amo y extraño demasiado.
Agradezco también a cada una de las personas que han estado pendientes de mi evolución y me han brindado palabras de aliento, sentir su apoyo y su cariño me mantuvo motivada en salir adelante.
Enero fue un lapso perdido en mi existencia, sin mente y sin cuerpo, solo un débil hilo de aire que me mantenía con vida. Me dieron incapacidad hasta el día 11 de febrero y continúo en mi proceso de recuperación.
Ha sido una difícil experiencia, una historia más que contar.
Nina de la Vega
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