Muchas
veces tenemos miedo.
Miedo
de lo que podríamos no ser capaces de hacer. Miedo de lo que podrían
pensar si lo intentamos. Dejamos que nuestros temores se apoderen de
nuestras esperanzas.
Decimos
que no cuando queremos decir que sí. Nos callamos cuando queremos
gritar. Y gritamos con todos cuando deberíamos cerrar la boca.
¿Porque? Después de todo solo vivimos una vez. No hay tiempo de
tener miedo.
Entonces
basta. Haz algo que nunca hiciste. Atrévete. Olvídate que te están
mirando. Intenta la jugada imposible. Corre el riesgo. No te
preocupes por ser aceptado.
No
te conformes con ser uno más. Nadie te ata. Nadie te obliga.
Sé
tú mismo. No tienes nada que perder y todo, todo, todo por ganar.
Muchas
veces creemos en el destino. Rezamos. Esperamos que las cosas pasen y
nos olvidamos de lo más importante. Creer en nosotros mismos.
Nos
conformamos. En vez de arriesgarnos. Sin pensar que cada día que
pasa nunca volverá.
Nada
esta escrito. Nada esta hecho. Ni siquiera lo imposible.
Todo
depende de nuestra voluntad. De esa fuerza que nos sale de adentro.
De
decir "si puedo" a cada desafío. Tenemos el poder. Cuando
estamos decididos. Cuando estamos convencidos, cuando de verdad
queremos algo no hay obstáculo capaz de imponerse.
Si
queremos podemos llegar alto, hacer lo que sea...
Solo
hay que proponérselo.
Si
suenas con ser el mejor del mundo. Si suenas con los aplausos. Si
suenas con ganar campeonatos. Despiértate.
Dentro
de ti hay 206 huesos y más de 700 músculos esperando.
Solo
falta tu decisión. Tus ganas de jugar como nunca.
Enfréntate
a tu destino. No seas solo un espectador.
Pide
la pelota y créete su dueño.
Ataca.
Exígete más y más.
Vive
sin domingos.
Corre
cada día un poco mas lejos.
Salta
cada día un poco mas alto.
Conviértete
en tu propio Ídolo. Súmate a dar vuelta el marcador.
Cuando
no esperes nada de los demás.
Cuando
sientas que cada tanto depende de ti, se fortalecerá tu espíritu.
Y
poco a poco. Las voces se convertirán en ovación.
Tus
respiros se llenaran de logros.
Y
tu vida de sentido.
Están
los que usan siempre la misma ropa.
Están
los que llevan amuletos.
Los
que hacen promesas. Los que imploran mirando al cielo.
Los
que creen en supersticiones.
Y
están los que siguen corriendo cuando le tiemblan las piernas.
Los
que siguen jugando cuando se les acaba el aire.
Los
que siguen luchando cuando todo parece perdido.
Como
si cada vez fuera la ultima.
Convencidos
que la vida misma es un desafío.
Sufren
pero no se quejan.
Porque
saben que el dolor pasa. El sudor se seca. El cansancio termina.
Pero
hay algo que nunca desaparecerá, la satisfacción de haberlo
logrado.
En
sus cuerpos corre la misma sangre. Lo que los hace diferentes es su
espíritu. La determinación de alcanzar la cima.
Una
cima a la que no se llega superando a los demás
Sino
superándose a uno mismo.
Zandra
03.01.01
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