Buscar fuera de ti ese algo que te haga feliz, es como recorrer mil mundos para encontrar lo que ya está dentro de ti. No reconocer la profundidad que ya te habita. Alejándote sutilmente de la abundancia y la presencia que ya eres.
Hoy quiero que recorramos juntos este oasis interior. El diamante de este instante. La paz que todo nutre. Hoy no hay nada que ser o encontrar, solo un tesoro que disfrutar.
Vivir en el oasis de estar vivo
Estoy en el paraíso… y no me doy cuenta. Creo estar perdido en un pasadizo oscuro. Y busco un lugar tranquilo donde vivir… sin darme cuenta de que ya existe este lugar maravilloso llamado vida.
Respiro y siento. Mi atención me ubica. No hay necesidad de buscar nada, solo el reconocimiento de lo que ya es y lo que ya está aquí. Sencillamente. Vivir en el oasis de estar vivo.
Este oasis es rico y nutritivo. Es un regalo inmenso. En el privilegio de habitarme.
Sin embargo, yo aparto la mirada y miro lejos, hacia este espejismo que me seduce, hacia este lugar que no existe más que en mi imaginación. Y entonces simplemente el oasis desaparece de mi vista… hasta que la búsqueda vuelve a relajarse y se hace evidente este hogar del que jamas me he ausentado.
Este instante es precioso
Este momento es precioso… y no me doy cuenta. Creo estar en un tiempo dañino, en un periodo en mi vida que no me sirve. Y busco un tiempo mejor… sin darme cuenta de tanta presencia regalada en este instante.
Respiro y siento. Mi atención me centra. No hay necesidad de que llegue otro momento, solo reconocer esta vida en este pequeño lapso de tiempo inmenso. Fluidamente. Vivir este tiempo que es ahora.
Este instante lo llena todo. Está vivo y recoge acogedoramente mi ser. Todo se calma y se llena de textura. En la lentitud se manifiesta como descanso y puro gozo.
Aunque mi mente tiene tendencia a descentrar su mirada de este instante. Y siento este negro rencor hacia lo que la vida me trae ahora. Entonces me engaño pensando que la presencia se ha alejado de mi… aunque sin duda aquí está, y sigue alumbrando ahora y siempre.
Estoy ya en paz
Estoy en paz… y no me doy cuenta. Creo estar en guerra contra todos y contra mí mismo. Y busco resolver mis conflictos y encontrar algo de calma… sin darme cuenta de que mi naturaleza es pura paz.
Respiro y me siento. Soltando mi mirar lejos, es cuando emerge la atención a la intensidad en mi cuerpo. No hay nada que pueda hacer para encontrar la paz. Felizmente. Ya soy paz y me manifiesto con pura pasión y amor.
Esta paz que soy lo impregna todo. No hay lugar o tiempo en que no esté. Descanso en él y desde este fondo de paz vivo todas mis batallas personales.
A pesar de ello, me creo no merecedor de esta paz. Y en mi imaginación me alejo de ella… y me engaño con la idea de que ya no está. Nada más lejos de la realidad. Aún en el mayor de los infortunios, la paz vive y florece sin pausa.
Y el silencio que no necesita buscar fuera de ti
El ruido de mi mente y mi imaginación llena de expectativas me confunden con frecuencia. Es parte de mi condición humana. Y puedo entrenarme en este arte de volver a casa, de centrarme, de atenderme en la paz y la presencia que me habita. El arte sutil de no necesitar buscar fuera de ti.
Después de todo, el parar y el silencio son la puerta. Una puerta que no lleva a ninguna parte, ya que todo ya está aquí. El silencio simplemente es vivir aquí y ahora lo que ya somos. Acogernos en toda nuestra locura y autoengaños, con la certeza de que el amor silencioso todo lo soporta.
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