Más del 30% de casos de alzheimer pueden prevenirse
Día Mundial
Es la primera causa de discapacidad en personas con edad avanzada pero no a consecuencia de un envejecimiento natural
El alzheimer es la principal causa de discapacidad en personas mayores de 65 años en el mundo y su causa no es el envejecimiento per se, sino un conjunto de factores, algunos de ellos prevenibles. “Es la enfermedad estructural del siglo XXI”, declara a La Vanguardia el Dr. Juan Fortea, Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN), puesto que el número de diagnósticos crece en una sociedad cada vez más envejecida.
Principal causa de discapacidad en la vejez
Según datos de la SEN, el alzheimer suma 800.000 diagnósticos en España y va camino de 2 millones de casos en 2050. En el mundo, la enfermedad protagoniza hasta un 80% de casos de demencia; afecta al 1% de personas entre 65 y 69 años, y al 30% de mayores de 85.
Para Camilla Ferrari y Sandro Sorbi, autores de una revisión histórica de la enfermedad, puesto que afecta a 50 millones de personas en todo el mundo podría considerarse una epidemia. “Sin embargo, los datos sobre esta enfermedad siguen siendo controvertidos en cuanto a su patogénesis, genética, características clínicas y aspectos patológicos”, relatan en su trabajo.
De hecho, desde que en 1991 se descubriera que el mal principal que causaba la enfermedad era la muerte de las neuronas por la formación de placas de proteínas beta amiloides, en 30 años no se ha dado todavía con un fármaco eficaz que frene su progresión por medio de evitar que esas placas de proteína se formen inhabilitando partes del cerebro.
Treinta años de intensa búsqueda
Lo que sí se ha descubierto con los años es que no solo son las placas de proteína beta amiloides, sino también de otras proteínas que se apelmazan en etapas más avanzadas de la enfermedad, las proteínas tau, y que además este proceso es complejísimo e involucra a muchas otras moléculas en el cerebro, y en esta complejidad, encontrar un interruptor que apagar para acabar con la enfermedad es todavía una utopía.
Recientemente, investigadores del Hospital de Sant Pau con Víctor Montal a la cabeza publicaron un trabajo en Science Translational Medicine que analizaba la acumulación de proteína tau en el cerebro. "El trabajo abre el abanico de terapias que no solo se dirijan a tratar las placas de amiloide, una exclusividad que ha sido foco de intensa controversia en el ecosistema científico y médico por un ensayo clínico finalizado antes de tiempo con resultados no concluyentes", comenta Fortea.
Montal comenta a este medio que en los últimos años han aparecido varias dianas antitau, y ya se están llevando a cabo ensayos clínicos que se basan en inmunoterapia para evitar la formación de agregados de esta proteína o eliminarlos; "aunque también se están proponiendo terapias mixtas que buscan incidir tanto el amiloide como tau, porque se ha visto en varios estudios que ambos tienen una sinergia tóxica y tal vez atacarlas a las dos podría dar mejor resultado", explica.
Esperar a noviembre de 2022
Fortea explica que en noviembre de 2022 se presentarán en un congreso los resultados de los ensayos clínicos con dos anticuerpos monoclonales contra el amiloide de segunda generación; y en 2023 los de un tercero de este tipo de fármacos. "Confío en que salgamos de dudas sobre su eficacia para ralentizar la evolución de la enfermedad. En contexto, la mejora esperable de estos fármacos sería retrasar la progresión de la enfermedad en un 30%, y constataría de que este tipo de terapias funciona”, comenta.
Si no funciona, será indicativo que hay que mirar en otra dirección. En todo caso, estamos ante un cambio de paradigma de la enfermedad en la investigación terapéutica y sobre todo en el diagnóstico y manejo de los pacientes, según el neurólogo.
Un cambio en los próximos cinco años
Uno de los avances más reseñables que probablemente se implementen durante los próximos cinco años son los marcadores de la enfermedad en plasma y los marcadores digitales. En el primer caso, “los pacientes no tendrán que someterse a una punción lumbar o a la técnica PET, que es cara y poco accesible. Podrán saber de forma rápida con un análisis de sangre si tienen un riesgo mayor de padecer la enfermedad”, aclara.
Si no desarrollamos desde el ámbito biosanitario una herramienta, el señor Google acabará diagnosticando a los pacientes"
En cuanto a los marcadores digitales, Fortea aclara que supondrán un gran salto, "pasando de tests de 'lápiz y papel', a la pléyade de datos que pueden obtenerse hoy en día con las tecnologías digitales". La información digital a su vez puede enriquecerse con datos dinámicos del día a día del paciente, capaz de almacenarse con el uso del móvil, como con cuántas personas se habla, cuántos pasos se dan, etc. y aprovechar todos esos datos con inteligencia artificial para comprender y seguir mejor la evolución de la enfermedad.
“Hay mucha información que no estamos analizando y que se puede extraer del uso del móvil. Si no desarrollamos desde el ámbito biosanitario una herramienta, el señor Google acabará diagnosticando a los pacientes. En este caso, no solo tendremos trabajo los profesionales del sector sanitario, también los políticos y legisladores”, añade.
¿Puede prevenirse la enfermedad?
En parte. Según la SEN entre el 30 y 40% de los casos podrían prevenirse. Factores tales como la hipertensión, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, pero también la sordera o el aislamiento social, son factores que se asocian a un riesgo incrementado de demencia.
Entre los consejos que cita la entidad, y que corrobora Fortea puesto que es una enfermedad lenta que puede tardar 20 años en mostrar sus primeros síntomas, está tratar todos estos factores prevenibles, incluyendo una mayor actividad intelectual, fomentar un buen estado de ánimo, cuidar las relaciones sociales, mantenerse en forma y con un peso adecuado, corregir la pérdida de audición y evitar exponerse a contaminación ambiental.
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