CÓMO EL GUERRERO ENGRANDECE SU ESPÍRITU
Al salir por la puerta hacia la libertad, el Guerrero sabe que si no deja atrás toda la ira, el odio y el resentimiento, seguiría siendo prisionero del grosor de sus emociones.
Todo es temporal: emociones, pensamientos, personas y escenarios; el Guerrero no se apega, sólo fluye.
Así es como llega a la comprensión de que más que un lavado de manos, su mundo necesita un lavado de corazón, alma, mente, conciencia y espíritu.
El Guerrero sabe que no es ni el ego ni la razón, no es la mente ni el pensamiento;
no puede ser escuchado ni descrito en palabras, ni puede ser captada por el olfato o la vista. Pues sabe que en un verdadero vacío no hay un yo, y sí un hombre ordinario convertido por el amor en héroe.
Un espíritu engrandecido es aún más fuerte que las excusas, y esta listo para el combate: ceñida con la verdad la cintura, protegido el pecho con la coraza de la rectitud. Así da pasos firmes a su verdadera paz interior.
La premisa es que en esta vida no se trata de recibir, se trata de dar.
Por eso, acostúmbrate a ganar en silencio y a dar ayuda en el anonimato. La primera te alejará de la envidia y la segunda te llenará el corazón.
Al final descubrirás que un corazón lleno es un corazón fortalecido y un corazón fortalecido siempre engrandecerá tu espíritu.
¡In Lak’ech!
Cóndor Solar.
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