LA ANTIGUA FUMIGACIÓN
Desde los orígenes quemar esencias fue parte de la historia de la humanidad. Echar hierbas, raíces y resinas sobre la ceniza caliente e inhalar perfumes es una práctica muy antigua. Es gracias al sentido del olfato que también se podía distinguir qué era comestible. Una vez la conexión con la naturaleza era muy intensa y nuestros antepasados descubrieron pronto qué fuerzas desprendían ciertas plantas una vez que se quemaron, y cómo el perfume de las sustancias que quemaban podía tener efectos profundos en la psique. Así se desarrolló una verdadera cultura de esencias para quemar. La fumigación de las hierbas estaba destinada a establecer una conexión y comunicación con las finas esferas y las fuerzas divinas. La atmósfera se ve tan purificada por entidades malvadas y las nefastas influencias de los brujos. Los chamanes curaban las enfermedades en el plano físico, mental y espiritual mientras el uso popular tenía como objetivo desinfectar los ambientes y alejar los insectos nocivos.
Los olores nos afectan y nos guían, ya que el olor está estrechamente relacionado con nuestra más profunda percepción y nuestras emociones. Usar esencias e inciensos hace que algo suceda en nuestro ánimo. El alma ama los perfumes celestiales, algunas hierbas y resinas tienen el poder de sanar de la depresión, de ayudarnos a reelaborar los dolores del ánimo y dejarlos ir. Otras estimulan nuestros sentidos, dando tono y energía. Usar inciensos naturales ayuda a la mente a liberarse de los problemas de la cotidianidad, para poder conectarse con las dimensiones superiores y desde allí lograr entrar en contacto con lo divino.
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