domingo, 16 de julio de 2017

Y si hay que empezar de cero, pues se empieza











Comenzar de nuevo, puede ser una de las cosas que más nos atemorice. Comenzar desde cero implica dejar atrás un compendio de experiencias, de tiempo invertido, de lugares conocidos, de esperanzas y de sueños que no dieron los resultados que esperábamos. Implica reconocer que no podemos seguir en el mismo camino, que aquello en lo que depositamos una parte nuestra debemos dejarlo ir.


Pero si dejamos el drama que por lo general invade nuestra mente y comenzamos por verle el lado positivo a las cosas, podremos entender que una de las mayores oportunidades que se nos pueden presentar en la vida, es aquella que nos permite reinventarnos, la que nos invita a renovar nuestras energías, la que nos pone frente al timón de nuestro barco con un nuevo mapa, que quizás no nos conduzca a un sitio diferente, pero sí que contendrá otra ruta de navegación.

De eso se trata la vida, de aceptar, de no dejarnos derrumbar y seguir adelante, de replantearnos las veces que haga falta, sin quedarnos soldados de aquello que no rinde frutos, de lo que es estéril, que nos paraliza y no nos permite avanzar.
Tendremos muchas oportunidades de recomenzar en nuestras vidas, todo aquello que amerite nuestra revisión y demande nuestra mirada de atención, es un punto desde el cual podemos comenzar a hacer las cosas diferentes.

Independientemente del hecho de ir tras la misma meta o simplemente, decantar por otras opciones, siempre debemos llevar con nosotros la experiencia del pasado, no como una sentencia, ni como algo que nos defina, sino como aquello que nos hizo crecer, que nos dio nuevas herramientas y que de alguna manera u otra nos impulsó para darle un “restet” a nuestra vida.

No nos lamentemos por el tiempo o los recursos invertidos, todo es ganancia cuando sabemos darle sentido, cuando aprendemos a sacar provecho y es justo la experiencia la que nos permite tener un mejor criterio al momento de tomar decisiones, de tomar acciones. Así que coloquemos en nuestro equipaje aquello que nos hace crecer, que nos guiará y nos ayudará y dejemos en el sitio todo lo que represente una carga para nuestro nuevo emprendimiento.
Fluyamos con la vida, aceptando que muchas veces nos veremos forzados a cerrar ciclos, a poner puntos finales, pero entendamos que cada uno de esos cierres, representa la oportunidad de comenzar de nuevo, que podremos hacer las cosas de forma distinta, agradezcamos que no somos un árbol y que si algo nos perturba, tenemos la capacidad de movernos. Sin miedo, sino con confianza plena en el proceso de la vida, digamos las veces que sean necesarias: si hay que empezar de nuevo, ¡pues se empieza!

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