Muchos de nosotros hemos pasado por esos momentos en los cuales, a pesar de no estar en tiempo presente vinculados a alguien, esa persona tiene un monopolio en nuestros sentimientos y en nuestros pensamientos. Nos cuesta sobremanera poner nuestra atención en cualquier otra persona, inclusive podemos tener personas que nos frecuenten, que nos pretendan, pero estamos bajo una especie de bloqueo que no nos permite mirar de manera especial a nadie a nuestro alrededor.
La razón a esto es que no hemos dado la debida salida a alguien que por un motivo u otro no está en otro sitio diferente a nuestra mente, no está en nuestras vidas de forma activa, o por lo menos no de la manera que nos gustaría que estuviese.
Seamos honestos con nosotros mismos, entendamos que los sentimientos también tienen un proceso de racionalización que nos hace manejable su manejo. Así que podemos en todo caso trabajar para nosotros, en lugar de hacerlo en nuestra contra. Debemos dar espacio en nuestras vidas a personas que tengan la potencialidad de estar en ella, más allá de nuestros pensamientos, más allá de nuestras ganas y nuestras idealizaciones.
Evidentemente todo proceso lleva un tiempo, hay fases en los duelos, que normalmente aplicaremos al damos cuenta de que una persona no estará en nuestras vidas, independientemente de las causas. Entre esas fases encontraremos: la negociación, la ira, la negación, la depresión y la aceptación, cada una de ellas las viviremos con mayor o menor presencia, e inclusive, antes de llegar a la aceptación, podemos danzar de una a otra de las anteriores repetidas veces.
Aunque ese proceso es natural y es necesario y conveniente dedicarnos un tiempo para sanar, debemos entender que el tiempo debe ser aproximadamente justo, entender que acortar el proceso o extenderlo en tiempo, traerá consigo en ambos extremos consecuencias negativas.
Tómate tu tiempo para sanar, para soltar, para aceptar, para perdonar y dejar ir, pero ayúdate en el proceso. Evita la victimización, las idealizaciones, torturarte con recuerdos, culparte o responsabilizar al otro. Aprende a tomar de cada experiencia lo mejor y confía siempre en que lo mejor está por venir.
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