Meik Wiking, director ejecutivo del Instituto para la Búsqueda de la Felicidad de Copenhague, se licenció en Ciencias Políticas, trabajó para el Ministerio de Asuntos Exteriores de Dinamarca, y durante siete años para el think tank Monday Morning, estudiando la sostenibilidad en la economía ecológica. Pero en el 2012 le llamó la atención una resolución aprobada por la ONU en la que demandaba a los países europeos que incorporaran parámetros de calidad de vida y felicidad para medir el progreso. Consciente de que Dinamarca encabezaba el ranking de los países del mundo más felices decidió con 33 años crear el Instituto de Investigación sobre la Felicidad: “Desde entonces mi carrera y mi trabajo consisten en averiguar tres cosas: cómo medir la felicidad, por qué unas personas son más felices que otras, y cómo mejorar la calidad de vida”.
Por mucho que nos digan que la felicidad viene de dentro, en esta parte del mundo, vivir en uno de los estados del bienestar nórdico, ayuda: Acceso gratuito a la sanidad, a la universidad, igualdad entre hombres y mujeres, buenas pensiones... “No es que bailemos por las calles”, dice Wiking, Y explica: “Si, por ejemplo, yo perdiera mi trabajo, podría seguir manteniendo un nivel de vida relativamente alto. No creo que haya nadie en Dinamarca que no pueda dormir pensando que sus hijos no van a ir a la universidad. Comparado con los Estados Unidos de la Ansiedad, somos felicísimos: no tenemos que competir desde párvulos. Que la gente pueda tener una buena vida, elija la profesión que elija, es una ventaja a muchos niveles, incluso reduce la tasa de criminalidad, ya que no hay mucho por lo que pelearse. Pero siempre podemos aprender de otros países, y por eso recorro mundo con mis encuestas”.
Medir la felicidad no es algo sencillo, en el Instituto de Investigación sobre la Felicidad usan las recomendaciones de la OCDE, entre ellas una vida que tenga sentido: “Seguimos a grandes grupos de personas a lo largo de décadas y vemos cuáles son los hechos que influyen en su felicidad o infelicidad (uno de ellos es la pérdida del trabajo). Con nosotros trabajan economistas, filósofos, sociólogos, antropólogos, psicólogos, politólogos. Somos un think tank que estamos entre el mundo académico y político, y entre la sociedad y las empresas. Si sabemos que las sociedades igualitarias son más felices, ¿por qué no convertimos eso en políticas concretas? Si a las personas les hace infelices invertir mucho tiempo en desplazarse al trabajo, que son más dichosos si van andando o en bicicleta, ¿por qué no lo priorizamos en el diseño de las ciudades y en la flexibilidad laboral?”.
El periódico The Times lo califico como el hombre más feliz del mundo... “No sé si es cierto, aunque quizá esté entre los finalistas”, dice entre risas. El último de sus libros, Hygge, la felicidad en las pequeñas cosas, editado en español por Libros Cúpula, ha sido traducido a 25 idiomas. La palabrahygge significa bienestar, y los daneses la conjugan de mil maneras, puede ser verbo y adjetivo, y la usan constantemente. Se desean un día hyggelig y cuando tienen frío en los pies se ponen unos hyggesokker de buena lana. Se trata resumiendo mucho, del arte de crear intimidad, del confort del alma, del placer de la presencia de cosas reconfortantes, de la unión acogedora.
Los daneses son los que más a menudo se reunen con sus amigos y familiares de toda Europa. Salen a las cinco del trabajo, a las cuatro si tienen hijos. Tienen uno de los regímenes impositivos más altos del mundo, a cambio tienen los índices más bajos en incertidumbre y ansiedad. También tienen largos y duros inviernos que combaten con el ambiente hygge. Para ellos la iluminación es fundamental: cuanto menor es la temperatura de la luz, más hygge; y queman más velas per cápita que en cualquier otro lugar del mundo.
En su manifiesto dicen claramente: apaga luces (ambiente), apaga el móvil (presencia); café, chocolate, galletas, pasteles hygge... (placer). Nosotros por encima de yo (igualdad). Disfrútalo: este podría ser el mejor momento (gratitud). Te queremos tal cual eres, no hace falta que presumas de tus logros (armonía). Desconecta, ponte cómodo (comodidad). Nada de agobios, ya hablaremos de política otro día (tregua). Construye relaciones e historias (unión). Esta es tu tribu, este es tu remanso de paz y seguridad (refugio). Las relaciones sociales constructivas y relajadas, las de verdad, son, según los estudios, esenciales para la felicidad. Por lo demás: ropa cómoda e informal, pelo informal, chimenea, madera, mantas, cojines, juegos de mesa y hogar, mucho hogar; aunque también hay hygge para oficina y locales. “El hygge consiste en sacar lo mejor de lo que tenemos en abundancia: el día a día”, resume Wiking.
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