El premio Nobel de Literatura John Maxwell Coetzee ha dado una conferencia sobre la explotación animal y la naturaleza humana esta tarde, dentro del ciclo Capital Animal, en el Museo Reina Sofía, en la que ha leído un relato inédito que da continuidad a su libro "Elizabeth Costello".
"La gente tolera el sacrificio animal porque no llega a verlo, oirlo u olerlo", ha declarado el escritor sudafricano (Ciudad del Cabo, 1940), poco dado a entrevistas o intervenciones públicas, al leer en primicia un texto propio protagonizado por los personajes de su obra más reconocida sobre los derechos de los animales, en la que difumina las fronteras entre ficción y autobiografía.
Más de medio millar de personas han llenado el auditorio y la sala contigua del Edificio Nouvel, en el museo madrileño, para escuchar a Coetzee, quien también ha afirmado, ya en respuesta a las preguntas del público, que "una visita de los niños al matadero, igual que visitan el museo, podría hacer mucho para sacudir el alma del niño".
"Le despierta el teléfono a primera hora de la mañana. Es su madre. A estas alturas está acostumbrado a estas llamadas. Lleva un horario excéntrico y piensa que el resto del mundo también: -¿Cuánto crees que costaría, John, construir un matadero? No uno grande, solo como demostración", ha comenzado el literato la lectura de su relato.
Este texto inédito, protagonizado por Elizabeth y su hijo John (de "Elizabeth Costello"), narra la idea de la mujer de construir un matadero de cristal en medio de la ciudad para concienciar sobre el sufrimiento animal, que da paso a una conversación sobre la relación del ser humano con los seres vivos y su concepción de los mismos.
En esta historia, Elizabeth envía a su hijo un paquete con documentos y recortes de prensa relacionados con el tema, y reflexiona sobre la costumbre "en el Occidente ilustrado" de "mantener al animal que va al matadero en la ignorancia, atontado, incapacitado".
Explora asimismo "el trato que los animales firmaron con la humanidad", según el cual los humanos les defendían de los animales cazadores a cambio de que luego "entregaran sus cuerpos", un "mal trato impuesto contra vuestra especie", asegura la protagonista: "Si yo fuera una cabra, preferiría jugármela con los leones y los chacales".
Elizabeth también afirma, contra la concepción de que los humanos son superiores a cualquier animal, que el ser humano quiere "disolverse en su naturaleza animal", como se manifiesta al mantener relaciones sexuales, pero que con la consumación de estas esta intención "se acaba y vuelve la razón".
La anciana protagonista, afectada por la edad, según la imaginación de Coetzee, se muestra dolida por la crueldad humana con los seres de otras especies y llega a decirle a su hijo que solo le queda arrodillarse "y pedir perdón por todos nuestros asesinos".
"Mi fe ciega está en la facultad de simpatizar", declara también el personaje, que defiende que es una facultad "innata" en los seres humanos que "se puede cultivar o dejar marchitar, aunque hoy en día se deja marchitar".
Finalmente, Elizabeth revela a John que le manda esos escritos para pasarle "su memoria" sobre esos animales, porque les "recuerda" para que su existencia no vaya al vacío y por eso escribe para ellos "que no tienen voz".
Tras esta lectura, el ganador del Nobel de Literatura de 2003, John Maxwell Coetzee, ha contestado las preguntas de los asistentes, en un acto de más de dos horas de duración, y ha asegurado que "el derecho a la vida no se les atribuye a los animales en Occidente".
John Maxwell Coetzee, definido por la impronta filosófica de sus obras y su compromiso ético e intelectual, ha explicado que en su trabajo "la crueldad contra los animales no tiene ninguna función, aunque a veces es representativa".
El acto ha estado moderado por José Carlos Miralles, que ha destacado de la obra del lingüista sudafricano su "sabor cervantino", y se enmarca en el ciclo Capital Animal, que promueve en Madrid distintas actividades en torno a la idea de respeto y empatía con los demás animales.
(Video: EFE)
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