FACILITAR LA COMUNICACIÓN
Uno de nuestros problemas más básicos es que a veces carecemos de una buena comunicación con nosotros mismos. No nos entendemos. Hay conflictos y tensiones en nuestro cuerpo y somos incapaces de resolverlos. En lugar de detenernos y observarlos en profundidad, huimos lo más lejos posible de la soledad, el dolor, la tristeza, la ira y el vacío que creemos que no podemos soportar.
Si nos encontramos en esa situación y nos sentimos incapaces de comunicarnos bien con los demás, es normal. No se comunican consigo mismos, y nosotros no nos comunicamos con nosotros mismos, así que, ¿nos sorprende tener problemas para comunicarnos entre nosotros? La situación no requiere que nos culpemos o nos castiguemos, sino que nos mostremos comprensivos y seamos compasivos.
Con la práctica de la conciencia plena, empezando por la respiración consciente, aceptaremos que hay sufrimiento en nuestro interior y que hay sufrimiento también en la otra persona. Necesitamos ayuda. La otra persona también necesita ayuda. Nadie necesita un castigo. Así que cuando te enfades y sufras, no intentes decir o hacer algo para castigar a la otra persona, porque ya sufre mucho y castigarla no mejorará la situación en absoluto.
La forma más efectiva de mostrar compasión a otra persona es escucharla en lugar de hablar. Tendrás la oportunidad de practicar la escucha profunda y compasiva. Si eres capaz de escuchar a la otra persona con compasión, tu escucha será como un bálsamo para sus heridas. En la práctica de la escucha compasiva solo se escucha con un propósito, que es darle la oportunidad a la otra persona de expresarse y mitigar su sufrimiento.
Esta práctica requiere firme concentración e inhalar y exhalar conscientemente, para evitar interrumpir o tratar de corregir lo que oyes. Mientras la otra persona habla, puede que oigas mucha amargura, percepciones erróneas o acusación en su discurso. Si dejas que esas cosas desencadenen tu ira, perderás la capacidad de escuchar profundamente.
En lugar de eso, céntrate en tu verdadero propósito y recuerda: «Al escucharle de esta manera, mi único propósito es ayudar a la otra persona a sufrir menos. Puede que se haya hecho muchas percepciones erróneas, pero no la interrumpiré. Si intervengo con mi perspectiva o la corrijo, convertiré la práctica de la escucha profunda en una discusión. En otro momento puede que tenga la oportunidad de ofrecerle algo de información para que pueda corregir sus percepciones erróneas, pero ahora no». Este tipo de conciencia plena te ayudará a mantener viva tu compasión y te protegerá de desencadenar la semilla de ira que hay en tu interior. Quién sabe, puede que seas el primero que ha escuchado a esa persona atentamente.
Cuando hayas comprendido su sufrimiento y estés listo para hablar, tu voz estará cargada de compasión. Puedes utilizar un habla bondadosa, libre de prejuicios o culpa. Podrías decir algo como: «No era mi intención hacerte sufrir. No comprendía tu sufrimiento, lo siento. Por favor, ayúdame, cuéntame tus problemas. Necesito ayuda para entenderte». O puede que quieras decir: «Sé que has sufrido mucho estos últimos años. No he sido capaz de ayudarte a sufrir menos. En lugar de eso, solo he conseguido empeorar la situación. He reaccionado con enfado y tozudez y, en lugar de ayudarte, te he hecho sufrir más. Lo siento mucho». Muchos de nosotros no somos capaces de usar ese tipo de lenguaje con la otra persona porque hemos sufrido mucho. Pero si practicamos conscientemente la escucha profunda y el habla bondadosa, seremos capaces de curarnos y ser felices.
Sin barro no crece el loto
Thich Nhat Hanh
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