EL HOMBRE QUE CAMINA CON UNA SANADORA.
Este hombre acepta el trabajo de proteger la espalda de esta mujer, de contenerla cuando se desgaste transformando el sufrimiento de la humanidad. Para él, se trata de dar la bienvenida a la lentitud, la suavidad y la curación, de contener o redirigir su propio impulso... de estar presente para el conjunto, y no solo para su propia necesidad.
Porque cuando un hombre elige a una mujer que aspira a la libertad, solo pueden lograrlo juntos. Requiere dejar sus aspectos narcisistas atrás y reconocer el camino de la mujer como su propio camino hacia la libertad.
Cuando un hombre elige a una mujer que es 'grande', no puede morar en los lugares de energías de opresión o de juego pequeño.
Él, si decide emprender esta misión con ella, acepta una tarea que sirve al bienestar de todos los hombres, aunque esto ocurra como trasfondo.
Él crea un espacio de seguridad, de mantenerla a salvo de una emboscada criada por sus propias heridas antiguas, conduciéndola a la su misión.
Cuando un hombre elige a una mujer por su resplandor y sabiduría, debe ser obvio para él que no puede quedarse atrapado en sus propios déficit, y competir con ella intentando disminuir su resplandor simplemente por control y temor a tener que compartirla con los demás. Ninguno de los dos debe competir, sino amarse.
Cuando un hombre elige a una mujer que sigue su misión, debe de perderle el miedo a estas palabras: respeto, fidelidad, humildad y rendición.
Así recorrerá el sendero de la divinidad - junto a su mujer, la sanadora - con gratitud y un corazón desbordante.
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