Por curioso que nos parezca, estas mismas cuestiones se las plantean los especialistas en salud mental. Así, si hay algo claro es que cada paciente requiere de una estrategia exclusiva y personalizada. Habrá quien pueda superar su depresión mediante terapia psicológica. Otros, en cambio, necesitarán complementarla con un tratamiento farmacológico. El cual, cómo no, puede ir variando en clase y cantidad hasta conseguir el efecto deseado.
Hace unos años la revista “The Lancet” hizo una investigación para comparar la efectividad de gran parte de los psicofármacos que tratan la depresión. En los primeros puestos aparecía el Zoloft (sertralina). Este inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina (ISRS) sigue siendo a día de hoy uno de los más útiles y a su vez uno de los más recetados por parte de los profesionales. Veamos cuál es su mecanismo de acción y cuáles los efectos secundarios.
¿Qué es la sertralina? ¿Cómo actúa?
El efecto de la sertralina se suele notar entre las 4 y 8 horas siguientes a la toma. La persona suele experimentar relajación, una mejora en su estado del ánimo y un mayor control mental. La razón de este efecto se debe a su mecanismo de acción. Estamos ante un psicofármaco que inhibe la recaptación de serotonina. En esencia, lo que hace es aumentar su presencia y la disponibilidad en nuestro organismo.
Por tanto, hablamos de una modificación química de las trasmisiones en nuestro cerebro que repercutirá directamente sobre nuestro estado de ánimo. También tendrá otros correlatos fisiológicos, como el nivel de activación, o psicológicos, como la actitud.
¿En qué situaciones es útil la sertralina?
Tal y como hemos señalado, la sertralina se administra sobre todo en los trastornos depresivos. Ayudará a controlar las emociones, pensamientos y acciones que a veces acompañan a estos tipos de condiciones de salud, pero no curará por sí sola este tipo de enfermedades. Se necesitan enfoques que complementen su acción, como la propia terapia psicológica.
Por otro lado, además de ser útil en los casos de depresión, ha mostrado una buena efectividad en las siguientes situaciones:
- Personas con estrés postraumático.
- Pacientes con fobia social y ataques de pánico.
- Personas con trastornos obsesivos-compulsivos.
Efectos secundarios asociados a la sertralina
Estamos ante un psicofármaco. Tal y como la palabra indica no es un medicamento normal, no es un paracetamol ni un antihistamínico. Debe ser recetado y pautado en exclusiva por un especialista en salud mental. Asimismo, los inhibidores de la recaptación de serotonina, aunque efectivos no son ni mucho menos inocuos. Tienen efectos secundarios y la incidencia de estos dependerá de varios factores.
El primero es la duración del tratamiento. El segundo, las condiciones personales de cada paciente, puesto que como ya sabemos, no todos los organismos son iguales. Habrá quien no lo tolere, habrá quien note mejoría inmediata y habrá quien no siga las recomendaciones y se lo administre mal, al combinarlo con otras sustancias y ponga en peligro su propia salud. Debemos ser por tanto muy cuidadosos y seguir al pie de la letra las recomendaciones clínicas.
Veamos cuáles son sus principales efectos adversos.
- Náuseas.
- Boca seca.
- Cefaleas.
- Dolor abdominal
- Somnolencia o hipersomnia.
En los casos más graves puede generar temblores, palpitaciones, reducción de la libido, incontinencia urinaria…
Consideraciones sobre la sertralina
Un aspecto interesante sobre este fármaco es que mejora su biodisponibilidad si nos lo tomamos durante las comidas. Asimismo, vale la pena tener en cuenta que por el contrario, en caso de que seamos fumadores o bebedores, su eficacia se reduce de forma notable. Esto es algo que deberemos comentar con nuestro médico en el momento en que este valore qué recurso farmacológico es mejor para nosotros.
La sertralina tampoco está recomendada en niños, adolescentes y en mujeres embarazadas, así como en pacientes con problemas renales o hepáticos.
Para terminar, incidir una vez más en la importancia de seguir las indicaciones de los especialistas. Los psicofármacos y en especial este que acabamos de detallar, siguen siendo a día de hoy parte de la estrategia terapéutica más habitual para tratar los trastornos depresivos. Nos ayudarán a sentirnos mejor para poder a su vez trabajar en una adecuada terapia psicológica.
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