Justo aquí, ahora, en este preciso momento, tú no tienes porqué “resolver” el resto de tu vida, no importa lo que digan los demás. En este momento no necesitas todas las respuestas, ellas vendrán a su tiempo, o no, o quizás aquella pregunta innecesaria simplemente se desvanecerá.
No hay prisa. La vida no tiene prisa. Sé como las estaciones del año. El invierno no está tratando de convertirse en verano. A la primavera no le urge ser otoño. La hierba crece a su propio ritmo. Las elecciones que vayan a hacerse se harán y en eso no tienes ninguna otra opción. Las decisiones que se tomen se tomarán, los acontecimientos se irán revelando, sin embargo, en este momento tal vez no necesites saber las soluciones o los resultados o cuál es la mejor manera de proceder.
Tal vez ese no saber es un huésped bienvenido al banquete de la vida. Tal vez esa apertura a todas las posibilidades es un amigo muy querido. Tal vez incluso la confusión pueda llegar a descansar aquí.
Y así, en lugar de querer “arreglar” nuestras vidas, en lugar de tratar de resolver cuidadosamente lo imposible para completar esa historia épica de un ficticio “yo”, simplemente nos relajamos en el absoluto no saber, desentrañando todo en el cálido abrazo del misterio, sumergiéndonos profundamente en el momento, saboreándolo plenamente con toda su singularidad y grandeza.
Y entonces, tal vez sin ningún esfuerzo, sin lucha ni tensión, sin que “tú” tengas que involucrarte en nada, las verdaderas respuestas surgirán dulcemente en su propio tiempo.
JEFF FOSTER
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