Pero, ¿qué tiene este discurso para que suscite tantos ríos de tinta? Vamos a analizar algunas de las claves del éxito retórico de esta adolescente.
1. Inicio impactante
«Mi mensaje es que estaremos vigilándoos.» «Todo esto está mal. Yo no debería estar aquí…» Es difícil resistirse a seguir escuchando a Greta tras este inicio demoledor y acusador. Nuestra curiosidad hace que queramos saber más.
2. Emociones
Greta es asperger, un tipo de trastorno del espectro autista que puede consistir, entre otras cosas, en la falta de comprensión de la capa social que hace que otras personas «controlen» sus emociones o lean las emociones de los demás. Ella es espontánea, dice las cosas que piensa y su cara y tono de voz lo reflejan. Si necesita hacer una pausa a destiempo, la hace. Tampoco ha ensayado concienzudamente sus gestos delante de un espejo, así que a veces pone cara de ira o de rabia o de desesperación pura. Estamos poco acostumbrados a la naturalidad en los discursos, así que esas emociones a flor de piel nos chocan. Y, por otro lado, esa falta de autocontrol, sobre todo al principio del discurso cuando casi está llorando de rabia y al final, con su tono amenazante, nos resulta muy llamativa.
3. Lenguaje vívido
Greta emplea un lenguaje vívido y fácil de visualizar. Podemos ver su rabia. Podemos ver cómo le están (estamos) fallando los adultos a los jóvenes. Podemos ver el mal. Podemos ver esos «ojos de todas las generaciones futuras» sobre nosotros. Podemos ver la línea que dibujan los jóvenes y que marca el hasta aquí. Quizá es, en cierto modo, un lenguaje simple, incluso infantil (no olvidemos que Greta tiene 16 años y tampoco el inglés es su lengua materna). Este lenguaje es tremendamente efectivo, precisamente por esta sencillez. Va al grano. Dice lo que quiere decir sin rodeos y todo el mundo entiende perfectamente el mensaje.
4. El poder de la anáfora
La anáfora es una figura retórica que consiste en la repetición de una o más palabras al principio de una o más frases. Greta repite hasta cuatro veces a lo largo de su discurso «How dare you?» (¿cómo os atrevéis?), tres veces en la introducción y una vez al final del cuerpo de su discurso. Las anáforas son muy potentes porque ayudan a reforzar una idea o mensaje. Todos recordamos el discurso «I have a dream» de Martin Luther King. También recordamos el «Yes we can» de Obama. Y recordaremos el «How dare you» de Greta por el mismo motivo.
En definitiva, un discurso de apenas cuatro minutos, donde apenas hay lenguaje corporal porque está sentada, pero donde su cara habla de la rabia que apenas es capaz de contener y que deja traslucir en cada palabra que pronuncia. Un discurso que dispara precisamente a la línea de flotación de las emociones de quien lo escucha precisamente por la falta de control de las emociones de quien lo realiza. Y que contiene una anáfora poderosa e irresistible. Un gran discurso.
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