Y hasta que no decidí levantarme, me quedé tirado en el suelo.
Echándole la culpa a la piedra que me hizo tropezar. Al suelo, que me hizo sangrar.
Al zapato que no me sostuvo. A mis piernas por su debilidad.
Y mientras seguía lamentándome por lo ocurrido, me mantuve en el suelo. Centrado en lo que pasó. Culpabilizando a todo y a todos.
Buscando responsables de mi situación. Llorando por lo que vivía. Exento de mi responsabilidad, declinando mi poder personal.
Cuando la realidad era que para ponerme en pie, sólo necesitaba una cosa: dejar de lado el porqué de mi caída y decidir levantarme.
Cuando lo hice, vi mi rodilla lastimada. Mi zapato desatado. Mi pierna temblorosa. Mi frente raspada por el impacto.
Pero ya estoy de pie. Ya he decidido seguir adelante.
Las consecuencias de la caída se resolverán. Los motivos, analizados para que no vuelvan a suceder.
Pero ya camino de nuevo. Sólo por una razón: porque yo lo decidí.
Un abrazo ❤️
Óscar Martín
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