Diosa de todos los mares y de todos los sentimientos y se dice de él que es fuerte, poderoso y servicial con todos aquellos que se acercan a conocerlo. Es una figura muy especial. No ha variado nada su estructura a lo largo del tiempo. Estructura que le obliga a deslizarse por los fondos marinos con elegancia como en una danza peculiar. Uno de los valores que los Celtas admiraban de esta especie es que el macho comparte con la hembra la crianza y el cuidado de los hijos cosa insólita en las leyes de la naturaleza en aquellos tiempos. Y algo más, los huevos una vez que la hembra los deposita, es el macho quien los cuida hasta que nacen los nuevos seres. En mi tierra, para la gente de mar, para los marineros, ese diminuto duendecillo de las aguas, es como un amuleto de buena suerte que protege sus barcos y sus redes y les ayuda a tener buena pesca. Hoy en día es costumbre tener en el puente de los barcos un caballito de mar o su símbolo dibujado o tallado en alguna madera. Yo tengo siempre en mi entorno uno de estos símbolos. Me lo regaló un marinero hace muchos años y no tiene precio para mí. Cuenta la leyenda que en el lugar donde se le de cobijo a un caballito de mar, o algún símbolo que lo represente, la suerte y la buena fortuna, sobre todo en el amor, acompañaran a los que lo entiendan como lo que es, una pequeña muestra del mágico mundo de Deva, la Diosa del Amor. —
Fuente; A Cova da Meiga
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