Creo que no me equivoco al decir que todos hemos hecho propósitos de año nuevo.
Llega ese cambio de ciclo tan importante, el cual es el nuevo año, donde hacemos balance de cómo fue el que dejamos. Vemos todas aquellas cosas que ocurrieron y le ponemos mucha atención en lo que se quiso hacer, pero que no se hizo.
Entonces llegan los “ahora sí que lo hago… de este año no pasa… voy a por todas”, con muchas ganas e ilusión.
Súper motivados.
Pero transcurre otro año más y… ¡parece que seguimos donde estábamos!
En algunas cosas logramos avanzar, pero en otras continuamos en la casilla de salida.
¿Qué ha ocurrido?
¿Qué fue de aquellos propósitos de año nuevo?
¿Por qué no lo hicimos?
Del “por qué no se consiguió” y de cómo lograrlo definitivamente vamos a hablar en este artículo.
Te aseguro que con esta lectura, podrás no solo comenzar bien el nuevo ciclo, sino que además realizar unos propósitos de año nuevo totalmente efectivos.
Así que, vamos a por ello…
La conocida lista de propósitos
La mayor parte de las personas tenemos, en la cabeza, una lista de todo aquello que queremos hacer al comenzar un nuevo año.
Generalmente son cosas como apuntarse al gimnasio, ponerse a dieta (dos propósito “estrella” en estas fechas, y en septiembre, por aquello de mejorar el estado físico tras ver “cuerpazos” en la playa), aprender un nuevo idioma, clases de guitarra, piano, pintura, escritura…
La lista de diferentes propósitos es interminable, y varían dependiendo de las circunstancias personales.
Pero, generalmente, estos propósitos están en la cabeza. Es nuestra “nube” biológica y personal. Y eso es algo que hemos de cambiar si queremos empezar a cumplir nuestros propósitos de año nuevo.
#Tip 1. Haz una lista de propósitos de año nuevo en un papel. Escribe todo lo que deseas hacer numerándolo (1- Propósito…, 2- Propósito…, 3- Propósito…), y que sea de mayor importancia a menor. Lo más importante en primer lugar.
Si queremos llevar las ideas al plano de la manifestación (verlas en nuestra realidad física), una gran ayuda es escribirlas. Tener una agenda o cuaderno donde apuntemos nuestros objetivos, y leerlos de ver en cuando, le dará a estos mayor fuerza y “vida”.
Esto ha de ser un ejercicio clave para que los propósitos de año nuevo que nos propongamos lleguen a buen puerto.
Hay una mención importante que hacer, y es la de ser realistas con nuestros propósitos. Por muy motivado que estés, por muchas ganas que tengas, si tu propósito es ser cinturón negro de kárate en un año… mal empiezas. Alcanzar ese nivel requiere varios años.
A esto me refiero con ser realista. Has de ser capaz de pensar y ver si el propósito que te marcas está a tu alcance actual, puesto a corto plazo. Otro ejemplo: correr diez quilómetros diarios el primer mes que empiezas a correr. Una total locura. Algo que podrás hacer, sin duda, con tiempo de entrenamiento, pero no de primeras.
Como dice el refrán: las cosas de palacio van despacio.
Empezamos fuerte, pero comienzan a aflojar las ganas
Al arrancar estos ciclos como el de los propósitos de año nuevo, o la vuelta de vacaciones de verano, nos ponemos las pilas y vamos con todo.
Visita al gimnasio.
– ¿Le cobramos una mensualidad?
-¡No, quiero pagar un año completo, me lo voy a tomar súper en serio!
Clases de guitarra. Academia de inglés. Natación. Alfarería, costura japonesa, cocina…
¡Todo, de golpe, llenando nuestra agenda hasta arriba!
Y así se arranca un ciclo fuerte, positivo. Llegamos a dormir cada día con una gran sensación de satisfacción.
–Estoy hecho un crack, cumpliendo con todo lo propuesto como un campeón-piensas con una sonrisa en tu cara.
Pero a fuego lento se cocina la desgracia…
Pasan los días, semanas, y comenzamos a flojear.
Me salto el gimnasio esta tarde, pero mañana lo recupero.
Si hoy no voy a natación, no pasa nada.
Puedo ir a la siguiente clase de inglés y ponerme al día.
Esto suele dar paso a que alguna de las actividades se caiga definitivamente. Y así, poco a poco, comienzan a caer una tras otra, como un castillo de naipes.
En ocasiones ocurre a las pocas semanas. Algunas actividades aguantan uno o varios meses.
Pero con mucha seguridad, el 95% de los propósitos caerán en el olvido… un ciclo más.
¿Qué es lo que ha pasado?
Parando un tren a toda velocidad
Uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos cuando comenzamos con estos propósitos de año nuevo, o cualquier cambio importante, es la rutina que tenemos en el momento actual.
Si te fijas bien, estamos hablando de grandes cambios. En algunos casos muy radicales.
Por ejemplo: una persona que lleva una vida sedentaria, comienza de golpe a hacer una hora de ejercicio cada día. Cambia totalmente su alimentación, sustituyendo cosas que le gustaba a su mente (malacostumbrada, por supuesto) por otras que no le hacen gracia. A esto le sumamos que tiene menos tiempo para estar en el sofá viendo la televisión, porque se ha apuntado a un curso de idiomas.
Además, como otro de sus propósitos es descansar de forma regular, se ha puesto una hora a la que irse a dormir cada día, por lo que no puede disfrutar de una película por la noche, durante y después de la cena.
¿Resultado? Su sistema de vida anterior ha sufrido un cambio tan grande que se siente desubicado, con ansiedad (no puede comer lo que desea, ni hacer a lo que está acostumbrado y de lo que tiene algún placer), malhumorado por no tener esos ratos de relax frente a la televisión.
Tiene grandes probabilidades de que alguna de esas actividades caiga en los próximos días o semanas. Y el resto detrás.
Cambios tan bruscos nos sacan de la zona de confort de golpe, y nuestro cerebro más primitivo nos empujará para que volvamos donde nos encontrábamos. Porque su papel es protegernos, así que en la situación en la que estábamos antes, aunque no sea lo que consciente queremos, es una zona conocida. Y es segura.
Sin embargo, ahí fuera, con todos esos cambios, ¡puede que nos suceda algo! (así piensa esta parte del cerebro). Por lo tanto nos tratará de boicotear de todas las formas posibles para volvamos a lo que hacíamos antes.
Hacer cambios tan radicales sería como pretender parar un tren con las manos, que viene a toda velocidad. Salvo que seas Hulk, Superman u otro por el estilo, acabarás arrollado.
Reorganizando
Entonces, ¿qué es lo que podemos hacer para que esos propósitos de año nuevo se vean realizados? ¡Porque parece ser que llevamos todas las de perder!
La solución es muy sencilla: si el problema está en que un cambio muy drástico, radical, nos va a alterar tanto internamente que lo vamos a terminar rechazando (nuestro cerebro primitivo lo hará) debido a que nos saca bruscamente de la zona de confort, la solución es hacer las cosas poco a poco.
¿Recuerdas la lista que dije anteriormente que debías de hacer con los propósitos de año nuevo? Pues es momento de retomarla…
#Tip 2. Toma la lista que hiciste de propósitos de año nuevo, ordenada por importancia (de mayor a menor). Al lado de cada propósito escribe un número del 1 al 10, para indicar la dificultad de realizar el propósito, el esfuerzo a invertir. Donde 10 es mucho esfuerzo, y 1 es muy poco.
Ahora tenemos una lista organizada, donde podemos ver con claridad en papel los propósitos que queremos realizar. Y no solo eso, sino que además sabemos cuáles son más importantes y hemos medido el esfuerzo que nos conllevará cada uno de ellos.
Lanzándote a la acción
Tenemos una lista de propósitos de año nuevo, que son realistas y que está organizada.
¿Qué hacemos ahora?
Como recordarás que dije anteriormente, de lo que se trata es de hacer las cosas poco a poco. La importancia de ello es que la mente y el cuerpo se hagan a los cambios.
Por lo tanto, vamos a hacer varios grupos. Por ejemplo: si tienes en tu lista seis elementos, vas a hacer tres grupos de dos elementos en cada uno. De esos dos elementos de cada grupo, uno va a ser de esfuerzo alto y otro de esfuerzo bajo. También habrá que mirar que haya uno de importancia alta con otro de importancia baja. Quizás coincida que uno tenga alta importancia y esfuerzo. No te preocupes, estoy seguro que ese podrás ponerlo en un grupo donde haya otro propósito con ambas características de baja valoración.
De esta forma conseguimos tener tres grupos que están equilibrados en la importancia y esfuerzo de sus elementos.
¿Y ahora qué hacemos? ¡Pues elegir uno de ellos y lanzarse a su ejecución!
Imagina que tienes un grupo donde has puesto apuntarse al gimnasio y acudir, un par de veces en semana, a clases de inglés. Esfuerzo alto (ir todos los días al gimnasio) con esfuerzo bajo (dos horas semanales de clases de otro idioma).
# Tip 3. Una vez elegido el grupo, estarás centrado en su ejecución en exclusiva durante un mes. Te “olvidarás” del resto de los propósitos. Tu prioridad actual es hacer esas dos tareas y que durante un mes lo hagas fallando lo menos posible.
Pones un fuerte compromiso en realizar esas dos tareas. Y el resto de tu vida sigue igual.
¿Hay impacto en tu vida? Sí, pero no es radical. No te está sacando totalmente de la zona de confort. Sólo un poquito. Y en un mes, la mente se ha acostumbrado a ello, ve que todo está bien (incluso mejor que antes, pues estás motivado con los cambios que vas experimentando) y acepta esa nueva rutina.
Pasa un mes centrado en ese grupo elegido, y esos dos propósitos serán tuyos.
Manteniendo en el tiempo
Bien, ¿y qué hacemos con el resto de los propósitos?
Vamos a evaluarnos al finalizar el mes. ¿Nos sentimos con ganas de incorporar otro grupo a nuestra rutina? ¿Estamos cómodos con las cambios del primer grupo o tal vez necesitamos un poco más de tiempo?
Hemos de ser conscientes de que hablamos de realizar esfuerzos. Y aunque estamos siguiendo un plan que nos haga el menor impacto posible, algo va a haber. Y nos sentiremos incómodos en muchas ocasiones.
No podemos pretender que todo sea tan fácil como antes, y a la vez cambiar de vida. Salir de la zona de confort es incómodo.
Pero sólo eso, nada más. No es mortal. No le va a suceder nada a tu salud ni a tu seguridad personal.
Simplemente hay que ir haciéndose a los cambios. Apostar por lo que queremos, invertir el pago (esfuerzo) y dejar que pase el tiempo para acostumbrarnos a la nueva situación.
Por lo tanto, salvo que estés hundido psicológica y emocionalmente, haciendo aún esfuerzos por adaptarte al primer grupo (cosa que me extrañaría muchísimo), te animo a que al finalizar ese primer mes, incorpores el segundo grupo.
Y al tercer o cuarto mes, el último grupo.
El resultado final es que entre cuatro y seis meses, podrás haber incorporado a tu rutina esa lista de seis propósitos de año nuevo, y sentirte genial contigo mismo en todos los aspectos. Porque no solo cosecharás los frutos que esos cambios te ofrecerán, sino que habrá una gran satisfacción en ti mismo por haber logrado las metas propuestas.
Tu confianza en ti y en tus posibilidades subirá como la espuma.
Conclusiones
Realizar y cumplir una lista de propósitos de año nuevo es totalmente posible. Sé que muchas personas no confían en ello por las experiencias pasadas. Pero en este artículo te he demostrado por qué ocurre eso y, además, te ofrezco un sistema probado (por mí y por muchas otras personas) que funciona a la perfección.
Sólo hay que ponerle ganas y lanzarse a por ello.
¿Qué me dices? ¿Te animas? Sé un/una valiente, deja aquí abajo un comentario diciendo lo que te gustaría hacer y cómo te vas a organizar.
Muchas gracias por estar.
Un fuerte abrazo.
Óscar Martín.