El tramo de anaquel que le hago recorrer es corto: los dos volúmenes de una historia de la literatura española a un par más sobre cien escritores universales. Y llegados aquí, compruebo que la matrícula camuflada gire correctamente, las ametralladoras asomen, el techo se abre en el momento que salga volando el muñequito del copiloto con la pistola y la pantalla de acero cubra el vidrio trasero tras pulsar el tubo de escape. Sí, la reproducción del Aston Martin DB5 de James Bond que me regaló mi abuela hace apenas medio siglo todavía aguanta. No sé desde y cada cuando lo compruebo, pero no fue hasta la semana pasada que me di cuenta del fondo ritual de un gesto que siempre había considerado azaroso: hay recurro, pienso ahora, cuando me siento deprimido, quizás ansioso, incómodo hace tiempo con estos tiempos que se desconfinen en estas latitudes a un ritmo, ayer, de 79 muertos y con inidicando mutantes de la Covidien-19; este cochecito debe ser el equivalente a la mantita que arrastra el Linus, el amiguito del Charlie Brown y el Snoopy, que le ayuda a mitigar sus sentimientos de inseguridad.
Este trayecto tiene otra consecuencia inmediata: como si fuera un médium, me transporta a episodios de la infancia (nunca son los mismos) con una viveza de detalles que da miedo. El problema añadido es que últimamente la mediumnidadtambién ha mutado y llega, de manera inquietante, muchos objetos, cualquiera ahora ya: una silla de madera de los vecinos de la terraza de abajo, idénticas a la del minúsculo habitáculo que nos alojó cuando era pequeño 14 veranos en el Alt Penedès ; una vieja estilográfica en un escaparate que, después de tres generaciones de mujeres de mi familia, ahora está en mi poder; un anuncio prenavideño de perfumes con el que bromeaba mi padre cuando la tele y la cena de Año Nuevo todavía reunían toda la familia; unas natillas del súper que entonces sólo se podían comprar a principios de mes y no siempre ... Las cosas no habían tenido nunca este poder.
El último objeto-médium ha sido la portada del Calendario de los agricultores , que celebra 160 años de vida. Me llegó la edición del 2021 y fue sacarlo del sobre y ya no recuerdo más que verlo pegado en la pared de la cocina de la bodega que mi familia regentaba en los años sesenta, donde la hermana de la mi abuela está matando un conejo que sostiene por las patas traseras boca abajo, moviéndose espasmódico; entonces el fregadero de mármol gris toda roja y un grito unido a un tirón de mi abuela, arrancándome de la escena ...
Hojeando la revista, de ahí salto a las torrijasde Santa Teresa que comíamos durante aquella época en casa como si fueran un gran festín, cuando no era más que una fórmula para aprovechar el pan que sobraba, pero nunca lo percibimos así; el matriarcado que regentaba la vida familiar las mojaba con leche hervida con pieles de limón y ramas de canela, aunque en vez de leche los monjes de la calle del Carmen de Barcelona, más ricos y avispados, las sumergían en malvasía de Sitges. También veo el romero junto al huevo frito, para mitigar el efecto de la grasa ( "Aceite de romero frito, remedio bendito"), o mechones de aquella planta de virtudes entaforats en una bolsa detrás de la puerta de la cocina o en algún test de la terraza ( "Si quemamos romero, el veneno haremos huir") ...,
Nunca se cortaba o plantaba nada en las jardineras del patio que no fuera de la época; por ejemplo, no se hacían esquejes de geranio hasta mediados de febrero; y bien temprano por la mañana, cuando almorzaba, ya se sabía a qué hora habían salido y se puso el sol y la luna, siempre después de haber repasado primero el santoral del día; ya la hora de comer era comentario habitual recordar nítidamente qué días eran las fiestas mayores de los pueblos de donde provenían las dos ramas familiares: Tarragona y Lleida por un lado y Girona, ríos que fueron a cruzarse en el océano de Barcelona.
Quizás, sin darme cuenta, intento acompasar el ritmo del verdadero cosmos exterior con el de mi interior
Todo ello ha convocado el Calendario de los agricultores, Que nutre de estas informaciones (calendario de prácticas agrícolas, de frutas y verduras de temporada, de celebraciones, el día a día con santoral y horas astrológicas ...) desde 1861, cuando lo lanzó por primera vez la librería e imprenta Casa Llorens, que estaba junto a la actual mercado de Santa Caterina de Barcelona. Ilustrado desde 1927 por Ricard Opisso, siempre en catalán (excepto entre 1941 y 1975), con unos mínimos e inteligentes retoques de modernidad (consejos para un huerto urbano, el agrarismo, la tarea ecológica de recuperación de semillas autóctonas de la cooperativa Las Refardes ...) sobrevive (45.000 ejemplares, la publicación más antigua editada ininterrumpidamente en Cataluña) en nuestros irreverentes días gracias a los hermanos Juan y Santiago Tomás, después de 39 años de trabajo de su padre Estanislao (1975-2014 ). Un mundo fascinante en el que he invertido dos horas para hojearlo; él misma mujer, en uno de sus textos, la clave: "ElCalendario de los agricultores nos devuelve a los tiempos donde todo avanzaba a otro ritmo, lo que marcan los ciclos de la naturaleza, invitándonos a una lectura tranquila ".
Hogar de urbanitas nostálgicos de la cultura del mundo rural, la publicación corría siempre por los mármoles de la cocina de casa, colgaba de la pared de la despensa o incluso reflotaba periódicamente de entre los periódicos viejos del comedor, ancla sentimental de mis padres y abuelos con su mundo. Desde el 1874 ha sido una publicación fácil de reconocer: la portada muestra, inexorablemente, una rueda perpetua ideada al XVII por el fraile Domingo Varna y publicada por Miquel Agustí, prior del templo de Perpiñán, en el Libro de los secretos de agricultura, casa rústica y pastoril (1617). Se indican astros, signos zodiacales y como saber si los años serán fértiles, muy fértiles, estériles o muy estériles.
En la página 48 de la edición especial de este año se reproduce la rueda original. No puedo resistir a averiguar qué nos traerá el 2021. Comienzo a contar casillas por la derecha desde el 2000. Este año, efectivamente, estaba marcado como estéril. Fidedigno. Una casilla más, pues: el próximo será ... fértil. Y obvio, por unos segundos, que se refiere al cultivo. De nuevo, como con el cochecito de Bond, he intentado acompasar el ritmo del verdadero cosmos exterior con el de mi interior.