1. Los niños aprenden de todo lo que les rodea:
Los pequeños deben aprender jugando, en un espacio preparado para ello, con el material adecuado, iluminación, ventilación y seguridad.
2. Si criticas demasiado a un niño, sólo le estás enseñando a juzgar:
El ejemplo es un gran maestro. Los niños son como esponjas que absorben no sólo lo que leen, sino también lo que ven y escuchan.
3. Si valoras con regularidad el esfuerzo, él aprenderá a reconocer los logros:
El ejemplo no sólo ayuda a imitar. También es una invitación a sacar conclusiones y entender que todo gran resultado implicó un gran esfuerzo. Los mandamientos de María Montessori pretenden enseñar respeto incluso a los adultos.
4. Si se demuestra hostilidad al niño, él aprenderá a pelear:
La hostilidad resulta un obstáculo en el proceso de elaboración del conocimiento. Necesitamos de los otros no sólo para convivir, sino también para razonar.
5. Si se es justo con el niño, él aprenderá a ser justo con el mundo:
Sentir la satisfacción de la justicia bien impartida lo volverá alguien seguro y confiado para enfrentarse al mundo.
6. Si se ridiculiza al niño en público, conseguiremos que sea tímido y retraído:
Nada más alejado del respeto que la ridiculización permanente del niño. Los mandamientos de María Montessori buscan alejarnos de los prejuicios y las etiquetas que no ayudan en nada.
7. Si el niño se desarrolla en un ámbito seguro, aprenderá a confiar en los demás:
Para que el niño sea protagonista en la construcción del conocimiento, debe saber y confiar en el adulto que lo guía.
8. Si se denigra al niño o a sus aptitudes, se desarrollará en él un sentimiento de culpa perjudicial para su vida:
El sentimiento de culpa nos paraliza, nos vuelve prejuiciosos y sumamente autoexigentes. En el futuro, los niños deben ser adultos responsables, críticos y capaces de reconocer oportunidades en cada error.
9. Si las ideas del niño son tomadas en cuenta y escuchadas, él aprenderá a confiar en sus instintos:
Todo lo que el niño tiene para decir es importante, siempre, sin excepción.
10. Si se es condescendiente con las necesidades del niño, él aprenderá a ser paciente:
Saber reconocer y dar nombre a las necesidades es enseñar a controlarlas o manejarlas. Con paciencia, el niño aprende a que algunas pueden ser satisfechas a corto o largo plazo, mientras que otras deben esperar el espacio y el tiempo adecuado.
11. Si se alienta a seguir adelante, él aprenderá a sentirse bien consigo mismo:
El niño deber saber que, en la construcción del conocimiento, no hay pasos hacia atrás. Cada error, equivocación o falla es un aprendizaje nuevo. (Como “conocimiento” hacemos referencia a todo lo que el niño necesita descubrir o conocer. Puede ser conocimiento académico, valores, convivencia, familia, amistad, etc.)
12. Si el niño se desarrolla en una atmósfera amigable donde él es un partícipe necesario, aprenderá a ver amor en el mundo que lo rodea:
El niño debe sentirse querido y necesario. El mundo no es igual sin él.
13. No hables mal del niño cuando esté presente. Tampoco cuando no lo esté.
No hables del niño bajo ninguna circunstancia. Ser cautos en este aspecto demuestra el respeto que tenemos hacia su persona.
14. Enfócate en las cosas buenas del niño. Hazlo de tal manera que ya no exista lugar para encontrar nada malo:
Resalta todo lo positivo del niño. Cada característica que lo conforma, es buena en sí.
15. Escucha siempre lo que el niño tiene para decir. Responde con respeto cuando él se acerque a ti con una pregunta o comentario:
A través de las consultas, afirmaciones o conclusiones, el niño intenta acercarse al conocimiento. Estas son las herramientas con las que cuenta para elaborar hipótesis y lograr, luego, la experimentación adecuada. Es nuestra responsabilidad, como guías, proporcionar esos canales de comunicación.
16. Respeta siempre al niño, especialmente cuando haya cometido un error. Si no lo logra ahora, podrá hacerlo más adelante.
Cuando comete un error es cuando más necesita una guía, para que no entienda los errores como falta de capacidad. El niño debe saber que todo tiene su ritmo y la paciencia es una gran aliada.
17. Debes estar dispuesto a ayudar al niño en caso de que necesite o busque algo. Sin embargo, también deberás estar dispuesto a pasar desapercibido cuando él encuentre lo que busca o ya no te necesite.
Los mandamientos de María Montessori nos recuerdan que el niño es protagonista de su propio desarrollo.
18. Ayuda al niño a asimilar lo que antes no pudo hacer. En el proceso, llena su mundo de cuidado, discreción, oportuno silencio y amor.
El niño es completamente capaz de todo, a su debido tiempo. Ayudarle a asimilar esto es prepararlo para manejar las frustraciones que seguramente enfrentará en el camino. El amor, la comprensión, la palabra segura y el acompañamiento en silencio le brindarán la contención necesaria.
19. Dirígete al niño de la mejor manera posible. Brinda lo mejor que hay de ti:
Como guía, deberás entregar todo de ti, para lograr un futuro mejor.
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