SÉ LA LUZ QUE ILUMINA AL MUNDO
Por Laura Foletto
La epidemia más extendida que observo no es una enfermedad física, es una mental: “quiero ser otro”. Incluso las personas que creen que no la padecen, tienen el virus metido en algún lugar de su cabeza. Esto es porque, de niños, no fuimos aprobados así como éramos y comenzamos a idealizar una forma de ser que pudiera ser identificada y amada por todos. Todos, en principio, eran papá y mamá; después, fue el mundo entero.
Nuestro Ego tiene hambre de reconocimiento y aprobación. Lo espera aún de personas que no le interesa y es capaz de cualquier cosa con tal de conseguirlos, sin reparar en el daño que se está haciendo al forzarse a ser o hacer lo que no está en su naturaleza. Lo más contradictorio es que sólo la aprobación de lo más original y genuino de nosotros mismos tendrá validez. Lo que logremos a costa de nuestra individualidad no solamente será ineficaz sino que complotará en contra.
Nuestras cualidades y desafíos no son accidentes ni castigos ni casualidades, productos de una niñez más o menos traumática. Fueron diseñados como potencialidades creativas antes de entrar a esta dimensión, antes de nacer. Nuestra alma sopesó cuidadosamente qué deseaba experimentar, crear, aprender, jugar. Y construyó una personalidad determinada para hacerlo, reunió padres, parientes, amigos, parejas para activarla, al igual que un lugar geográfico y una clase social. Este combo constituye tu Ego.
Cuando deseas ser otro, cuando te quejas de ti o de tus circunstancias, cuando quieres cambiar por algún ideal propio o de la sociedad, cuando envidias a alguien, te pones en contra de ti mismo y dificultas el proceso. Escupes al Cielo. No hay nada de malo en ti ni en tu vida. Simplemente, no te has aceptado ni encontrado tu potencial para revelar. Un consejo: es eso que se repite una y otra vez y consideras muy difícil de afrontar. No lo es tanto. Más complicado es continuar obligándote a ser distinto. Cuando te des cuenta de que TÚ has creado, en tu Ser Superior, este Ego y estas situaciones para expandirte amorosamente, podrás responsabilizarte de tu vida por completo y, entonces, descubrir los tesoros que trajiste.
No hay paz ni felicidad ni riqueza mayor que ser quien eres. Cuando te niegas, no solamente pierdes tú sino también el mundo. Tú viniste a dar tu aporte auténtico, único, a iluminar con tu resplandor particular. Sin ese rayito, el mundo está más oscuro. Tus sombras internas están para atravesarlas e incrementar tu luz. Al huir o negarlas, te disminuyes.
Siente qué magnífico ser humano divino eres. ¡No hay nadie como tú! Revela tu potencial, aceptándote totalmente y siendo consciente de cada instante en que estás vivo y brillando. ¿Qué traes para dar? ¿Y para recibir?