Los amigos invisibles
Recuerdo una ocasión en que me hallaba sentado en un banco con una compañera, en un rincón arbolado. Le estaba sugiriendo que visitase un lugar donde se llevaban a cabo prácticas espirituales y percibí de inmediato una resistencia, como un miedo. No transcurrió ni medio segundo que ya le había caído encima una gran rama procedente del árbol bajo el que estaba sentada. Lo más curioso fue que esa rama no pertenecía a ese árbol, y que además no hacía ni pizca de viento que pudiese justificar que esa rama misteriosa se hubiese caído justo entonces.
Tal vez no ocurren cada día casos tan asombrosos. Pero sí que ocurren cosas inexplicables, con cierta frecuencia. Normalmente son ruidos, pero también pueden ser comportamientos extraños por parte del ordenador o algún artilugio electrónico. O mil cosas más.
En algunos artículos hablo de la maravilla y el milagro que es la vida. No nos hacen falta estas cosas para que siga siendo maravillosa y mágica, pero es que además contamos con el aderezo que estas circunstancias proporcionan.
Hace tiempo que no las considero meras curiosidades. En todos los casos procuro ser consciente de lo que estoy haciendo y, sobre todo, de lo que estoy pensando cuando esto ocurre. Y permito que estas «incidencias» me sugieran cambiar el rumbo de mis pensamientos o mis actos.
Creo firmemente que nuestra vida importa. Y que no nos importa solamente a nosotros mismos como primeros interesados y a nuestros seres queridos a continuación, sino que le importa al cosmos, al conjunto de todo lo que es.
Hay muchos niveles de inteligencia posibilitando que tenga lugar nuestra existencia en el plano físico: «por debajo» tenemos el nivel de la organización de los átomos, el nivel de la organización de las células o el nivel de la coordinación de los distintos órganos entre sí. ¿Por qué no debería continuar la organización «por arriba»?; por un «arriba» que sepa ver nuestro lugar en el orden de las cosas e intente, con respeto a nuestro libre albedrío, sugerirnos que efectuemos algunos cambios, que pueden ser pequeños y concretos, pero que en realidad pueden desencadenar una cadena de causas y efectos que incluso pueden acabar por llevar nuestra vida por unos derroteros totalmente distintos.
Los «milagros» cotidianos son piedras de toque que, si se lo permitimos, rompen la continuidad, rompen la inercia, y nos permiten ir reconsiderando el rumbo de nuestros actos y pensamientos en cada ocasión. Y no hay por qué esperar a que se produzcan cuando quieran; podemos pedir señales que nos confirmen lo oportuna que es una decisión que hemos tomado, y puede muy bien ser que ocurra algo. Hay señales que tienen el aroma de la confirmación o el aplauso, mientras que otras tienen el aroma de «mejor piénsatelo dos veces». A nosotros nos corresponde intuirlo.
De hecho, cuanto más a propósito estamos dispuestos a convertir estas señales en nuestras aliadas en nuestro proceso evolutivo, más claras y oportunas se pueden manifestar. A veces no se manifiestan de inmediato, y en otras ocasiones impera el silencio; es decir, no hay señal de ningún tipo. Esta ausencia puede ser indicativa de que si vamos por ahí no va a ser ningún desastre, pero también puede ser indicativa de lo siguiente: «Tú te bastas para decidir esto. Eres perfectamente capaz de llegar a una conclusión acerca de lo que es más apropiado». ¡Por supuesto, a veces se requiere que nos «comportemos como adultos» y nos bastemos por completo por nosotros mismos!
Te invito pues a que no dejes pasar ningún pequeño «milagro», por irrelevante que parezca. Cualquier fenómeno para el que no haya una explicación directamente lógica, o que se manifieste oportunamente a raíz de algo que estés haciendo o pensando, es significativo. Tal vez hay otros tús en universos paralelos viviendo otras vidas, pero tú tienes solo una, la tuya. Deja que esos otros tús puedan estar viviendo lo que tengan que vivir, pero en cuanto a ti, hazlo lo mejor posible. Puedes permitir que la circunstancia más insignificante, pero extraña, te haga reconsiderar muchas cosas. Permítelo. Que no sea la inercia la que rija tu vida.
© Francesc Prims Terradas. Autor del libro de entrevistas Nuevos paradigmas (Editorial Sirio, febrero de 2015). www.francescprims.com
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