"Dijo: ¿sabe?, estoy harto.
Dije: ¿de qué?
Dijo: de toda esta prisa, de todos estos cambios, de toda esta fugacidad, de toda esta banalidad, de toda esta urgencia sin sentido.
Dije: justamente es de ello que se trata este mundo.
Dijo: sí, pero me parece horroroso.
Dije: ¿conoce acaso usted realmente otro mundo?
Dijo: sí, el de los sueños, los deseos, el silencio, el tiempo libre, la buena lectura, el amor detenido, el hacer cosas inútiles.
Dije: eso no es el mundo, más bien es la vida.
Dijo: es cierto, el mundo y la vida no se parecen en nada.
Dije: entonces habrá que hacer otra vida para que haya otro mundo.
Dijo: sí, porque este mundo nos deja sin vida."
Dije: ¿de qué?
Dijo: de toda esta prisa, de todos estos cambios, de toda esta fugacidad, de toda esta banalidad, de toda esta urgencia sin sentido.
Dije: justamente es de ello que se trata este mundo.
Dijo: sí, pero me parece horroroso.
Dije: ¿conoce acaso usted realmente otro mundo?
Dijo: sí, el de los sueños, los deseos, el silencio, el tiempo libre, la buena lectura, el amor detenido, el hacer cosas inútiles.
Dije: eso no es el mundo, más bien es la vida.
Dijo: es cierto, el mundo y la vida no se parecen en nada.
Dije: entonces habrá que hacer otra vida para que haya otro mundo.
Dijo: sí, porque este mundo nos deja sin vida."
Carlos Skliar
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