domingo, 5 de mayo de 2019

El Simbolismo del Agua y la Sirena



El Simbolismo del Agua y la Sirena
El vuelo simboliza los poderes sobrenaturales y la habilidad de abandonar el cuerpo, trascender sus limitaciones y convertirse en un espíritu, pero representa también la liberación del espíritu en el momento de la muerte, un poder que también se atribuye el médico-brujo cuando practica la muerte ritual y se viste con un manto de plumas para simbolizar su vuelo ascendente al otro mundo. Las aguas, por el contrario, llevan hacia abajo, al mundo submarino, lugar donde se encuentra el Paraíso, según la tradición maorí y celta. Fuentes, manantiales, pozos … pueden resultar entradas a un mundo mágico o al reino de las almas, son parte del gran poder femenino de las aguas: aguas, tanto de fertilidad como de muerte, que mantienen y destruyen.
El vuelo se asocia con la luz y las aguas son su contrapartida líquida. Volar o sumergirse por debajo de las aguas es, en cualquier caso, pasar a reinos distintos y desconocidos. En los textos hindúes a los ríos se les llama madres, fuentes de fertilidad, y en el mito celta hay ríos-madre, habitados por los espíritus fluviales. Posteriormente, en los cuentos de hadas, estos espíritus se convierten en duendes o hadas de las aguas, pero siguen manteniendo su significado femenino de nacimiento-nutrición-muerte-y-renacimiento.
La sirena, que representa la unión del principio de la Gran Madre y el agua, tiene un linaje antiguo que se remonta al mito hindú de nagá, que se casa con un mortal y funda una dinastía. Como poder acuático femenino, la sirena lleva al hombre hasta las profundidades de los sentimientos, de las emociones y del elemento irracional e intuitivo.
El mar es el reino del inconsciente y de lo no diferenciado y alberga criaturas extrañas. La sirena del cuento de hadas suele tener un aspecto siniestro o triste, se dice que quiere tener un alma y siente una gran necesidad de tener hijos humanos. El elemento patético de la sirena queda perfectamente definido en La Sirenita de Hans Handersen. Todas las sirenas son hermosas, con largos cabellos dorados o verdes que peinan con peines de oro.
El peine y el espejo son sus atributos comunes, junto con el cinturón y, algunas veces, un bolso. La posesión de cualquiera de estos objetos permite tener el control de la sirena. Las sirenas pueden ser buenas y amables o malévolas y traidoras, pero siempre tienen el don de la profecía. También tienen relación con el agua, como es natural, los peces y las ranas, ambos de un simbolismo fálico que combina con el poder femenino de las aguas.
Tragarse un pez entero o comer uno pescado de una forma especial facilita el embarazo y hay que tener en cuenta que, en muchas ocasiones, en los cuentos de hadas es una rana la que vaticina que la reina o la heroína tendrá el ansiado hijo o, como en El Príncipe Encantado o El Rey Rana, uno de estos animales emerge de las aguas de un pozo y se convierte en un hermoso príncipe cuando lo besa la princesa o comparte su cama.
Un pez que se devuelve a las aguas después de pescado se convierte a menudo en alguien que prodiga todos los frutos de la abundancia, simbolizados por el principio femenino en su aspecto benéfico y nutricio, como en Los Niños de Oro, donde un pescador pobre coge un pez dorado que, como recompensa por devolverlo al mar, satisface todos sus deseos aunque, como corresponde a un verdadero cuento de hadas, le impone un silencio absoluto sobre el origen de sus riquezas.
El pescador desafía el tabú y el espléndido palacio que su esposa y él han conseguido del pez desaparece y encuentran en su lugar la vieja cabaña. Ben Johnson utiliza este tabú en una de sus obras teatrales: “No digáis, os imploramos, quien os la ha otorgado ni de dónde”.
Esta prohibición de revelar el origen del poder es típica de la iniciación, para mantener en secreto el conocimiento esotérico bajo amenaza de muerte.
La rana que sale de un pozo es un tema que se repite.
En las variantes de Cenicienta en Bohemia, una rana le saca las nueces que caen al pozo y llevan dentro vestidos de sol, luna y estrellas. La rana le guarda los vestidos en secreto para que los utilice en sus apariciones en la Corte.
En una versión de La Bella Durmiente es una rana la que dice a la Reina, mientras se está bañando, que va a tener una hija. En El Príncipe Encantado la Princesa encuentra a la Rana saliendo del elemento acuático, símbolo de lo caótico y la incertidumbre, pero trata de ignorar este aspecto oscuro, olvidándolo primero y negándolo después. El Rey, el aspecto solar masculino, le hace cumplir su promesa irreflexiva, obligándola a afrontar y aceptar el lado oscuro para convertirlo en la luz del apuesto Príncipe.
Cooper J.C

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