lunes, 10 de febrero de 2020

Hablan mal de mí con la misma boca que me pidieron favores

Hablan mal de mí con la misma boca que me pidieron favores
Una de las peores caras del ser humano, es la ingratitud. La naturaleza humana es compleja y así como podemos ser capaces de los actos más nobles y solidarios, también tenemos nuestro lado oscuro. Celos, rivalidad y envidia figuran entre las emociones negativas más habituales, aun cuando tratamos de que no nos dominen.
Y una de las maneras más comunes de manifestar la ingratitud, es hablar mal de las personas que alguna vez nos han tendido la mano y estuvieron en momentos difíciles de nuestra vida. ¡Esto sí que es muy difícil de comprender y de aceptar!
Y lo peor, es que el difamador, cree que brinda un servicio “advirtiendo” a otros con sus chismes, sobre el potencial peligro que pudiéramos representar.
Sabemos que lo mejor es dejar de lado a estas personas y alejarnos de ellas, pero también es cierto que es doloroso ser consciente de la injusticia que se está cometiendo, porque no lo merecemos.
¿Por qué las personas actúan así?
La naturaleza humana es compleja y todos tenemos un costado positivo plagado de buenos sentimientos, pero también una parte oscura en donde se entremezclan distintos sentimientos negativos. Hablar mal de otros, es darle la palabra a esa parte oscura que tenemos dentro.
Aunque parezca increíble, cada vez que hablamos mal de alguien en realidad estamos proyectando una parte negativa de nosotros mismos. Lo mismo pasa cuando la mirada sobre el otro es positiva.
Cuando vemos a una persona en una posición de humillación, de descalificación o de sufrimiento, aliviamos nuestra propia angustia. La “alegría” de ver a otro en una posición de debilidad supera a la compasión que deberíamos sentir.




Reality Show.
El fenómeno del reality show apasiona al público. Y esto sucede porque los participantes se encuentran en una posición de vulnerabilidad extrema. La sumisión a la que se enfrenta uno en relación a otro y la dificultad en la prueba misma, son el centro de atención. Las personas se identifican con ellos siendo todo el tiempo conscientes de que se trata de otra persona. El hecho de asistir a una escena en la que nos vemos identificados pero que en realidad no participamos, genera una sensación placentera. Es una manera de canalizar nuestros sufrimientos en el sufrimiento de otro.
Pero también las personas que hablan mal de nosotros a pesar de haber recibido un buen trato o favores, no pueden evitar sentir celos o envidia, o ambas cosas, ya sea porque has alcanzado el éxito o porque seas una persona reconocida dentro del entorno. La poca autoestima que sienten por sí mismos, los hace claramente conscientes de que nunca lograrán alcanzar eso mismo que tú tienes y la rabia se disfraza de calumnias y mentiras.
La frustración en la que viven se transforma en ira y asumir esta ira sería reconocer sus propias debilidades, algo que nunca podrían hacer. Entonces, prefieren desplazar este sentimiento negativo en otros, aun cuando se trate de personas que no les han hecho ningún daño.
Deja que cada uno batalle con sus propios fantasmas. Lo más importante, es identificar a estas personas y cuidarse las espaldas. Y la mejor forma de hacerlo es ignorándolos y nunca confrontar con respecto a las mentiras o a las críticas infundadas, porque tu buen trato habitual será la prueba de que sabes de su afán por criticarte. Tu nobleza, será su vergüenza.
¿Ya fuiste víctima de rumores infundados y críticas de personas a las que les has tendido la mano? ¿Qué consejos pueden dar a otros?

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