viernes, 1 de septiembre de 2017

Mario Reyes, psicoterapeuta humanista

Mario Reyes, psicoterapeuta humanista
Tengo 64 años. Nací en Montevideo y vivo en Madrid. Fui empresario y lo dejé todo para ejercer como psicoterapeuta humanista. Estoy divorciado, tengo dos hijas y dos nietos. Soy socialdemócrata, abierto a escuchar. Soy católico de filosofía budista




‘El caracol dorado’

Se ha propuesto ayudar en lo íntimo, en lo emocional, en el tú a tú, en lo relacional: “Todo lo importante está en lo relacional: tú no eres más que la forma en que te relacionas”. Por eso tiene por principio escuchar y acompañar al otro, practicar el arte de establecer buenos vínculos y crear buen ambiente. Lo hace conmigo: “No podías hacer las cosas mejor de cómo las hiciste”, me bendice, y me cita a Francisco de Asís (“Necesito pocas cosas, y las pocas que necesito las necesito poco”) y me regala sus dos libros, Las tres cosas que te quedan por hacer y El caracol dorado (Obelisco). Me recuerda que si cifro mi felicidad en lo que no tengo, seré infeliz. La cifraré en lo que sí tengo.
¿A qué se dedica?
Ayudo a los demás a definir su proyecto de vida. Hacer esto me apasiona, ¡esto es mi proyecto de vida!
¿Desde cuándo?
Desde que, a los 50 años, alcancé el sueño que había incubado cuando tenía 30 años.
¿Qué sueño?
Ser empresario de éxito y tener mucho dinero y reconocimiento social.
Estaría contento...
Pues no: sentí un gran vacío interior. Jugaba un día a pádel con Manolo Santana en ­Marbella, y al término del partido... rompí a llorar.
¿Y eso por qué?
Me oí decirle: “En mi juventud siempre oía a mi padre decir: ‘Me encantaría jugar con Santana’”. Y entonces me di cuenta...
¿De qué?
¡No vivía mi vida! Yo creía que seguía mi sueño personal, ¡pero era el de mi padre! Todo lo que estaba haciendo... era para realizar su vida, no la mía. Y lloré por mí.
¿Y reaccionó?
Sí, empecé a prepararme para vivir mivida: mientras me formaba en psicología ­humanista, fui vaciando mi empresa.
¿Y hoy qué tal?
Cumplo mi propio sueño de ayudar a miles de personas con mis libros, vídeos, talleres...
¿Cómo empezó?
No reproché nada a mi padre: él me inculcó lo que creía mejor... Y busqué ya otro sueño, el mío, el que conectase con mi paz interior.
¿Y cómo se hace eso?
Me pregunté: “Mario, ¿en qué momento de tu vida has sido más hondamente feliz?”. Revisé mi vida hacia atrás... y lo hallé: era con 15 años, unos amigos y yo ayudamos a un grupo de niños huérfanos en la parroquia...
¿Ayudar es lo que más feliz le hizo?
Sí, y por eso cursé un máster de psicología humanista (de Carl Rogers), y aquí estoy: desde hace 14 años mi sueño es escuchar y acompañar al otro, empatizar, ayudar.
¿Por dónde empezó?
Me escribí a mí mismo una serie de cartas: al Mario hijo, al Mario padre, al Mario pareja, al Mario profesional, al Mario con dinero, al Mario espiritual..
¿Qué se decía usted a sí mismo?
Me imaginé muerto y me describí cómo querría ser recordado por mis padres, mis hijas, mi pareja, mis socios...
¿Y qué le salió?
“Fuiste un padre que siempre me escuchó, que me acompañó, que no me juzgó...”.
¿Era verdad?
¡Qué va!, todo lo contrario, fui un padre muy defectuoso... Soñarme así me llevó a cumplirlo... y al final me convirtió en ese padre. Hoy mis hijas me ven así, como me soñé.
Se emociona...
Llevé eso al resto de mi vida. Hoy soy en cada ámbito cómo aspiraba a ser en esas cartas.
¿Me aconseja escribir las mías?
En eso consiste el proyecto de vida. Te ayudaré un poco: cierra los ojos...
Ya.
Conduces un descapotable por una carretera primaveral festoneada de flores, eres feliz porque tienes todo lo que soñaste. Aparece un camión de frente... y caes por un precipicio: ahora estás muerto.
...
Piensa ahora: ¿qué tres cosas te habían quedado por hacer?
...
Cuando las sepas..., abre los ojos. ¡Mira, no estás muerto! ¡Puedes hacerlas! Hazlas. Ya.
Las haré. Buen ejercicio. Gracias.
Ser agradecido, gran paso: de entrada, nos conviene serlo con nuestros padres.
¿Y si no me escucharon o no me mimaron o no me respetaron?
¡Agradéceselo! Eso te ha hecho más atento o más mimoso o más respetuoso que ellos. ¡Seguro! Díselo por escrito: ¡gracias! Estén vivos o muertos.
¿Agradece a su padre que le convirtiese en un empresario materialista?
Vivir en el tener me llevó a cambiarlo por vivir en el ser. Entonces muchos se apartaron de mí, pero otros llegaron.
Cuesta cambiar.
Pero la vida jamás abandona a los valientes.
Pues hay muchas personas solas.
Porque buscan afuera. Mal. Primero mírate por dentro, descubre cosas buenas en ti, ¡apréciate! Así ganas autoconfianza, y eso atraerá a los que andan por ahí afuera.
Deme otro buen ejercicio.
Sustituye cada queja por un “necesito”. Aprende a pedir, ¡y se te dará! En vez de quejarte así: “¡No me escuchas!”, di: “Necesito que nos comuniquemos”.
Muy útil en una relación de pareja.
Pedir es brindar al otro una ocasión de que te dé lo mejor de sí mismo. Si no pides y sólo das, ¡dejas al otro en deuda! Mal.
¿Y si me disgusta lo que hace o dice?
Nunca le digas: “Eres tonto”. Dile: “En este momento estás haciendo una tontería”. Sólo si es para decirle algo positivo usa el “eres”.
¿Cuál es su lema?
“Si no sabes a qué puerto vas, ningún viento será favorable”, dijo Séneca. Y es así: si tienes claro un proyecto vital, ¡todos los vientos te soplarán a favor!

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